Vida y Dignidad

NOS SEÑALA CON EL DEDO

Llueven los editoriales, las columnas, los informes, las órdenes, las contraórdenes. Crece la ansiedad, las dudas, las ‘razones’, las sinrazones, los pros y los contras. Andan inquietas las cancillerías, algunas más que otras. Están a su lado sus amigos, los que la ayudan, la protegen y hasta la comprenden. Mientras, otros se sienten incapaces y preocupados, no tanto, por el posible desgraciado final del tesón de una aparente frágil mujer, sino por ‘intereses de estado’. No quieren que Aminatu muera en una sala de espera de un aeropuerto y ya están encargando a médicos y jueces que decidan por ellos. Pero, por favor que no la dejen consumar ese ‘disparate’, que les pondría en entredicho.

Hay quienes la llaman, ‘tozuda’, ‘loca’, ‘provocadora’. Unos, no por ella, sino porque no les interesa encontrarse con esta ‘papeleta; otros simplemente porque a estas alturas, no entienden que haya todavía gente dispuesta a morir por defender una causa, un pueblo, una idea. Nosotros, el Náufrago el primero, ya no tenemos, 'causas', ni 'pueblo' e 'ideas', las justas, no para dar la vida, ni siquiera para dar la cara.

Esta mujer nos ‘molesta’, nos señala con el dedo, pero al mismo tiempo nos espolea y nos invita, de qué manera, a salir de nuestra modorra, de nuestra indiferencia, de nuestra cobardía.