¡El afiladoooor...!

LA 'SIRINGA' DE LA NOSTALGIA

A veces, sin esperarlo, viene a visitarnos la infancia. Recuerdos, sensaciones que quedaron grabadas y creíamos perdidas para siempre. Pero no, están ahí, esperando, que un sonido, una imagen, una mano de nieve vuelva a hacer sonar las notas dormidas del harpa. Fue un sonido muy peculiar el que le devolvió retazos de la infancia, un sonido característico que sólo podía venir de la boca de aquellos trotamundos que recorrían pueblos y ciudades con su gran rueda de afilar dando fe de su presencia: “El afilador, afila navajas, cuchillos, tijeras… El afiladoooooor”. Y tras él, corría una tropa de chavales, como si fuera el flautista encantador. Aquellos señores, con grandes ruedas, que venían de la honda Galicia orensana, afilaban los cuchillos, las tijeras, restañaban los agujeros de las cazuelas, arreglaban los paraguas y hacían la felicidad de los niños. ¡Qué poco necesitaban los niños para divertirse!

Los nuevos tiempos de usar y tirar, fueron acabando poco a poco con los ambulantes de la armónica y su reclamo. Fueron desapareciendo sin darnos cuenta, como tantos personajes que un día se ganaban la vida, itinerantes. Nuestra ‘riqueza’ los fue borrando del paisaje de nuestras calles. No volvió a aparecer el hombre que paseaba al Oso Nicolás, artista, que hacía toda clase de gracias para divertir al público infantil, desaparecieron los gitanos de la cabra que hacía piruetas subiendo la escalera y dejando sus cuatro patas en un pequeño círculo de madera. No se volvió a ver a la familia de gitanos que sembraban la calle de pasodobles con su trompeta, mientras una chiquita o una señora de pañuelo y bronce, recogían en su pandereta las perras chicas y las perras gordas infantiles. Poco a poco fueron despareciendo los limpiabotas que lustraban nuestros zapatos de comunión, los charlatanes que vendían productos mágicos para todas las enfermedades…

Se nos quedaron las calles, más estrechas, ya no podíamos jugar al balón en la calle. Poco a poco fueron llenándose de coches y los niños se quedaron sin ‘campos’ para jugar al fútbol, a veces con pelotas de trapo. Se fue la infancia que no vuelve. Sólo, de vez en cuando, sale, como del túnel del tiempo, un afilador con su bicicleta y hasta con motocicleta, para afilar los cuchillos, las tijeras y de paso, traernos ondas de aire fresco que vienen de tiempos lejanos y nos devuelven nuestro asombro, nuestra curiosidad, y parte de nuestra inocencia.

Hoy el Náufrago ha querido hacer un homenaje a este hombre que nos devuelve retazos de recuerdos. No pudo contenerse y bajó a verlo. La verdad es que no era mucha la clientela que bajó de sus casas a afilar sus cuchillos o tijeras. Quiso guardar su imagen como queriendo recuperar sus seis o siete años. Quiso atrapar el recuerdo, pero ya no sabía igual. Sólo el sonido de su armónica y un grito sobrio: ¡el afiladooooooor!, se parecían un poco.

Luego quiso ver las fotos, buscó más imágenes en la red. Le esperaba una sorpresa: aquel señor de gabán azul, frente despejada, cara alargada, era el mismo que se había subido a “You Tube”. Como si el tiempo de antaño, impertinente, quisiera hacerse presente para que no nos perdamos del todo.




UN PEQUEÑO HOMENAJE AL PERSONAJE DEL AFILADOOOOOR


Comentarios

lola ha dicho que…
No puedo creerlo ¿todavía existe? ¿y puede sobrevivir?
Es una pena el paisaje que nos queda, uniforme, el mismo en cualquier lugar. Las grandes superficies se multiplican.
Recuerdo cuando era niña que al lado de casa había una fábrica de hielo, me encantaba ir a buscarlo para enfriar la nevera. Resultaba divertido ir a comprar huevos frescos directamente a la granja, no tenían fecha, no hacía falta, iba a cogerlos con mis propias manos. ¿Igual que ahora verdad?
M. Luz ha dicho que…
Con mi infancia y el afilador se qudaron otros muchos.
Recuerdo al señor Pedro, que sacaba de las alforjas de su borrico, hogazas y colones de pan candeal. El lañador que arreglaba barreños de barro rojo, como esmaltados por dentro, con algo que parecían grandes grapas y que alargaban su vida útil.
Había otro buen hombre que cargaba un enorme cesto al brazo, como la de Caperucita pero a lo bestia, lleno de miel de la Alcarria y quesos manchegos.
El hombre del carrito de los helados era la ilusión de la chiquillería en el caluroso verano. Y sólo había de una clase: mantecados. Nunca los he vuelto a probar como aquellos.
El telero, el tapicero, el barquillero y algunos otros que ya ni recuerdo, que era yo muy chiquitina.
Fueron tiempos duros, pero nos proporcionaron otra "cultura de vida" radicalmente distinta.
Y muchas veces lo añoro y no solamente por la infancia perdida.
Julio ha dicho que…
Hola, Lola

Pues puedes creerlo, lo he visto con mis propios ojos y oído, sin demasiados problemas, con mis oídos, porque esa especie de flauta de Pan, o siringa, según he sabido que se llama, tiene un sonido muy especial.Entonces no nos importaba tanto cómo se llamara aquel instrumento.

Me ha gustado precisamente porque hacía mucho tiempo que no veía a un afilador.

La verdad que hay muchos personajes de la infancia que eran una de las atracciones de los niños de antaño que nos recuerdan una etapa, más 'estrecha', pero que también hacía que espabilarámos más y disfrutáramos con cosas muy sencillas, 'vivas'.

Yo no iba a buscar hielo, pero si me tocó a veces ir a una vaquería a por la leche que alguna vez debí perder, en parte, por el camino.

Cuídate, saludos a Fred
Julio ha dicho que…
Mariluz,

Tendríamos que recopilar todos esos personajes y muchos más.Son recuerdos muy hermosos, de una etapa en general feliz, a pesar de las estrecheces materiales y también de algunas exigencias... Pero la calle era nuestra: nuestra para jugar a mil juegos, a disfrutar de carreteras sin demasiados coches, donde todavía había sitio para los carros, motocarros y variopintos vehículos.

He estado investigando sobre la figura del afilador, el 'aiguiseur', en francés, el 'knife-grinder' en inglés, y he podido ver estampas preciosas sobre la 'importancia' del personaje en tiempos muy remotos.

He hecho una presentación con esas imágenes, pero hasta ahora no he podido 'subirlas' al 'slide-share'. No sé si es debido a su 'peso'. Lo intentaré de nuevo, para rendir un pequeño homenaje a estos señores de la 'flauta'.

Sosegado descanso
Sylvia Otero ha dicho que…
Hola!

Aquí a veces se escucha pasar alguno.

Automáticamente me recuerda al lechero que venía en carro tirado de caballos, las botellas eran de vidrio. El repartidor de soda, el panadero, el barquillero!! y otros tantos que ya vendrán a mi memoria.

El otro día estuve por mi antiguo barrio y no se puede creer. Las casas todas enrejadas. Cuando yo era una adolescente ahí no había rejas para nada y podíamos jugar a la paleta en la calle....

Un beso y buen fin de semana!!

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