Olimpiadas para un Náufrago
PASOPORTE OLÍMPICO
Pues ya está, se terminó lo que nos daban o nos vendían y metían por los ojos. Me refiero a eso de los JJ.OO. Juegos olímpicos, los llaman, aunque ya no se celebren en Olimpia. A veces uno sueña, con pasar, aunque sólo sean unos días, semanas, incluso meses, perdido por ahí, en cualquier alejado, sin la tele. Un náufrago no descubre nada si dice que ese chisme, tal y como está montada la cosa, es el mejor alienante y anestésico existente.
Pero vamos a dejar de lado las obviedades porque de lo que el Náufrago quería dejar constancia en su bitácora es que estos dieciséis días han pasado para él, olímpicamente, sin grandes penas ni deslumbrantes glorias. Debe reconocer no obstante que si siguió una buena parte de la exhibición inaugural, hasta que se sintió incapaz de digerir tanta fastuosidad, tantos ‘efectos’ corales y tanto chino junto. Definitivamente pensó que está más bien hecho para vivir y admirar la belleza de lo pequeño, de lo sencillo, de lo cercano que apreciar justamente tanto fasto. Llegado un momento, su capacidad de asombro se sintió saturada y dejó de ver el espectáculo.
No presenció ningún evento más salvo parte de un partido de tenis y hoy que se sintió invitado desde la radio a ver el partido final de baloncesto. Reconoce que sí ha vibrado al ver el coraje y las buenas maneras de esta selección que ha sabido plantar valientemente cara a un equipo de atletas que corrían como diablos y se elevaban como si tuvieran resortes en las piernas. Esa fe, ese coraje, ese no ceder y crecerse ante la dificultad es lo único que ha hecho vibrar un poco a este Náufrago que vive bastante al margen de la épica deportiva.
De todos modos, gracias a los Ricky, Gasol (2), Jiménez, Rudy, Navarro y compañía.
Pues ya está, se terminó lo que nos daban o nos vendían y metían por los ojos. Me refiero a eso de los JJ.OO. Juegos olímpicos, los llaman, aunque ya no se celebren en Olimpia. A veces uno sueña, con pasar, aunque sólo sean unos días, semanas, incluso meses, perdido por ahí, en cualquier alejado, sin la tele. Un náufrago no descubre nada si dice que ese chisme, tal y como está montada la cosa, es el mejor alienante y anestésico existente.
Pero vamos a dejar de lado las obviedades porque de lo que el Náufrago quería dejar constancia en su bitácora es que estos dieciséis días han pasado para él, olímpicamente, sin grandes penas ni deslumbrantes glorias. Debe reconocer no obstante que si siguió una buena parte de la exhibición inaugural, hasta que se sintió incapaz de digerir tanta fastuosidad, tantos ‘efectos’ corales y tanto chino junto. Definitivamente pensó que está más bien hecho para vivir y admirar la belleza de lo pequeño, de lo sencillo, de lo cercano que apreciar justamente tanto fasto. Llegado un momento, su capacidad de asombro se sintió saturada y dejó de ver el espectáculo.
No presenció ningún evento más salvo parte de un partido de tenis y hoy que se sintió invitado desde la radio a ver el partido final de baloncesto. Reconoce que sí ha vibrado al ver el coraje y las buenas maneras de esta selección que ha sabido plantar valientemente cara a un equipo de atletas que corrían como diablos y se elevaban como si tuvieran resortes en las piernas. Esa fe, ese coraje, ese no ceder y crecerse ante la dificultad es lo único que ha hecho vibrar un poco a este Náufrago que vive bastante al margen de la épica deportiva.
De todos modos, gracias a los Ricky, Gasol (2), Jiménez, Rudy, Navarro y compañía.
Comentarios
Pero es que el Náufrago se va haciendo un poco suyo, con sus ventajas y sus inconvenientes:-(
Saludos,
JP