La llamada

Me lo comunicó Eladio por teléfono:

- “Lucio anda mal. Le han diagnosticado un cáncer y los médicos no le ven buena pinta. Él ha recibido con preocupación la noticia, pero no ha querido resignarse. Está dispuesto a luchar. Yo le he recomendado un homeópata, amigo mío y él se ha puesto en sus manos. Después de unas semanas de tratamiento se encuentra mejor y se siente animado, aceptando la situación con entereza , esperanzado”

- “Déjame su número de teléfono, quiero hablar con él –le dije – Hace tantos años que no nos vemos…”

Dejé que pasara algún tiempo para digerir la noticia. Luego cogí el teléfono, marqué su número y esperé a oír su voz. Por mi cabeza desfilaban apresurados recuerdos de muchísimos años atrás. Recordaba su cara redonda y morena, le oía tocar el piano, hasta le veía vestido de monaguillo con aquel atuendo rojo… Estaba algo nervioso, esperaba el tono de su voz… Desconocía como iba a sonar. No sabía siquiera cómo abordarlo después de tantos años sin vernos. Por fin, sonó un “¡Diga!” Y automáticamente pregunté

-“¿Lucio? Una pausa de segundos como el que trata de reconocer esa voz.
-“Soy Julio, ¿te acuerdas?
-“¡Hombre, Julio! ¡Cuánto tiempo! ¡Cómo no voy a acordarme…!

La voz sonaba diáfana, joven aún, segura. Nada que revelara preocupación o decaimiento. Aquello me animó muchísimo. Es como si me hubiera quitado un enorme fardo de encima. Sentía un gran alivio. Yo que llamaba para tratar de darle ánimos, o al menos quitarle importancia a un asunto grave, era el animado por aquel tono de voz y la manera de contarme cómo se sentía.

La conversación pasó enseguida a recuerdos de viejos, viejísimos tiempos, a proyectos de viajes… ¡Qué bien sonaba eso de ‘proyectos’! Era el mejor síntoma de que la ‘Sombra’ no cubría (Cubría era también su apellido) el cielo de su ánimo. Sobre el tema, ligeras alusiones, yo disponía de las ‘referencias’ que me había dado Eladio y traté de no pedir más explicaciones. ¿Para qué tratar de averiguar nada si lo esencial me lo manifestaba el tono de su voz, los ‘me he acordado mucho de ti’ correspondido por otros ‘y yo también’? Y seguía hablando de visitas a los sitios donde crecimos juntos, donde jugamos juntos, donde alguna vez también nos peleamos … Hablaba con su tono de ganas de vivir y eso era lo importante. Era toda una lección: el ‘reconfortador’, reconfortado. Nos despedimos con muestras de un renovado cariño, de mutuas confesiones de afecto.

Colgué el teléfono. Seguía pensando en ti, recordaba tus palabras, Lucio, moreno, vital, amigo, inquieto, luchador. Gracias

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Lo siento.

Bicos
Anónimo ha dicho que…
Muchas gracias.También estas palabras ayudan y las añadiremos a su lucha.

Boas tardes.
LARUCA ha dicho que…
Ánimo. Un saludo
Anónimo ha dicho que…
Gracias también, Laruca

Un saludo
Sylvia Otero ha dicho que…
El ánimo del enfermo y las ganas de vivir son importantísimos en estos casos.

Así que estoy segura que va a salir todo bien.

Lo que te ocurrió a tí, también me ocurrió con algunos familiares cercanos y muchas veces son ellos los que nos dan ánimo a nosotros.

Seguramente esto ha ocurrido sólo para que se reencuentren viejos amigos.

Un abrazo,
Campurriana ha dicho que…
Unas palabras con mucha fuerza, con ese ánimo que es la mejor medicina para la vida y para seguir luchando siempre.

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