Y va de cuento

EL MARAVILLOSO CUENTO DEL IMPACIENTE CENICIENTO

Eran las 12, como en el cuento de Cenicienta, pero del mediodía. El sol brillaba en todo su esplendor y descaro en un cielo inmensamente azul. A mi llegada, un paje vestido de conserje, o al revés, salió a abrirme la puerta al tiempo que me acogía con la mejor de las sonrisas de conserje. Las escaleras y el hall estaban cubiertos con una alfombra roja, al final de la cual me esperaba el Representante de la Autoridad. Me estrechó la mano cálidamente deseándome la bienvenida por ser el asistente de mayor edad.

En el mismo momento la directora del coro de voces blancas levantó sus manos y al bajarlas el coro al unísono entonó la conocida canción : “ Bienvenido, queridoVocal, sea bienvenido...” Junto al susodicho Representante, ataviadas y ataviados con sus mejores galas se hallaban también los demás vocales , vocalas y Presidentas. Cesaron las voces del coro infantil y mientras ellos se dirigían a sus quehaceres escolares , la comitiva de presidentes, vocales y representantes se dirigió al salón donde debía tener lugar la constitución de la Mesa.

Un precioso cuadro cubría el escenario donde estaba situada presidencia. Un cartelito, con su correspondiente carpeta , indicaba el sillón rojo que cada uno de los miembros debía ocupar. Delicados centros de flores, exquisiteces varias , botellas de vinos y licores ornaban aquella hermosa presidencia. Una vez que hubieron tomado asiento los siete miembros y miembras, un gesto inoportuno hizo que una de las botellas cayera al suelo produciendo un ruido seco que resonó en todo el salón...

Fue entonces cuando yo desperté de mi sueño.

La espera de más de un cuarto de hora en aquel hall inhóspito de Colegio Público había hecho que me quedara dormido y me había hecho olvidar dónde estaba y qué hacía. Qué hacíamos. Era la pregunta de las cuatro profesoras y dos profesores que el día anterior habíamos recibido una carta de la Directora General de Personal Docente indicándonos que “ante la próxima celebración de Elecciones Sindicales en el ámbito del Personal Docente, previstas para el día 30 de Noviembre” habíamos resultado incluidos en la Unidad Electoral a la que pertenecemos... La convocatoria era “para día 9 de noviembre , a las 12 horas, a efectos de constituir la citada Mesa Electoral”.

No había conserje paje, ni alfombra, ni Representante del Centro, ni por supuesto coro alguno que nos recibiera. Así que, en nuestra soledad, fuimos descubriendo, unas y otros, que éramos los ‘elegidos’. Sin mesa con centro de flores, ni canapesses , ni una botella de agua. Allí estábamos los seis , de pie, esperando que se presentara el famoso Representante de la autoridad. Al fin apareció diciendo que era él , pero que en realidad no era él, porque él había presentado su solicitud de incompatibilidad al ser a su vez candidato a las famosas elecciones sindicales. O sea que él no era él.

Después de estas excusas que nadie había solicitado, porque nadie sabía nada en qué consistía la fiesta , nos invitó a pasar a la sala de profesores . Al vernos llegar las personas que la ocupaban salieron discretamente y por fin pudimos sentarnos en torno a una mesa cubierta de libros, periódicos, revistas, cuadernos , hasta alguna castaña perdida entre tanto papel. De nuevo las excusas, la perplejidad, el no saber, hasta que media hora después de la citada se decidió a rellenar unos papeles que tenía en su mano y que no sabía cómo había que hacer. Empezó el relleno de presidentes, vocales primeros y segundos ... Cuando al llegar al vocal segundo, consultó las observaciones y al parecer había habido un error y había que volver a rellenar el dichoso formulario del acta de constitución de la Mesa electoral. Salida del Representante en busca de tipex y hacer una nueva fotocopia. La espera duró casi un cuarto de hora. Los concurrentes que no se conocían de nada , guardaban un embarazoso silencio, observando el mural , leyendo el periódico u ojeando alguna de las revistas. De nuevo apareció el ya varias veces mencionado y por fin pudo anotar apellidos, nombre, ‘deneís’ en las correspondientes casillas.

Pero surgieron de nuevo las preguntas, sobre nuestro papel en la tal mesa, hora de comienzo de presentación, lugar y otras dudas irresolutas. De nuevo el Repre... echa mano del teléfono para elevar consultas a la Autoridad competente. Llamadas sin respuesta. Ausente. Nuevo número, y al final alguien desde el otro lado, con más o menos seguridad va ayudando a completar los epígrafes que habían quedado vacíos. Las dudas sobre cuándo cómo y dónde , dijo la Voz, que en su momento los citados recibirían la correspondiente información en sobre cerrado y lacrado, a ser posible con un día de antelación a que se produjeran los hechos.

Miré el reloj. Eran las 13 horas. Una tarea que hubiera podido hacerse en menos de 10 minutos. Pero el tiempo de la Administración no tiene precio, y los alumnos que han quedado privados de esas clases, generosos, si no agradecidos por no tener a esa hora clase. ¿Por qué me gustarán a mí tanto los actos administrativos? ¿Por su creatividad? ¿Por la buena organización? ¿O quizá sea porque me encanta que me toquen...?

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