El lenguaje de las flores, los oídos de los sordos

"NO ECHÉIS MARGARITAS A LOS CERDOS" ( "Nolite mitere margaritas ante porcos" Mateo 7,6)

En la ‘Última’ del diario El País de hoy, Elvira Lindo, la ‘exiliada’ newyorquina, comenta una representación de “Doña Rosita la soltera” de Lorca en un teatro de la calle 27 de Nueva York. Es una matinée reservada a estudiantes de instituto. Por lo que cuenta, por extraño que parezca, indica que no existe ninguna distancia entre NY y Santander o cualquier otra ciudad española.

Las actitudes , los atuendos , la respuesta a este tipo de espectáculos es la misma. Es la prueba más apabullante de que la 'globalización incultural' ya está lograda. Ante un centenar de escolares, “visera en la cabeza, orejas horadadas, camiseta hasta las rodillas y pantalones por debajo del trasero”, algunos, el presentador trata, con dificultad, que las chicas y chicos escuchen. En un momento, detiene la presentación y se dirige a uno de los chicos que charla , teléfono en mano : "Mira, si no te interesa la función, te vas. Y apaga el teléfono, aquí no se puede estar con el teléfono encendido". El interpelado, parsimoniosamente, se toma su tiempo.

Empieza la representación, un público , en gran parte de origen hispano:"los acentos de los actores, venezolano, puertorriqueño, cubano, acercan la función a un público que aún conserva algo del español con que les hablaron sus padres cuando eran niños”... La función sigue como puede, entre los llantos de los actores y las risas del público. No he asistido a esa representación pero he estado en varias parecidas, sin poder disfrutar del espectáculo, crispado, por tener que estar pendiente de aquellos para los que no se han hecho ‘el lenguaje de las flores’. “Cada vez que aparece el primo de Doña Rosita, con aire de galán de culebrón, las chicas le silban como locas.” Son las de pelo tirante a lo Jennifer López, que defienden su derecho a chillar, reír, hablar, mientras actúan los actores.

Parece ser que en el último acto cuando aparece el personaje del maestro que se lamenta amargamente de la crueldad de los niños para con los maestros es cuando la muchachada parece darse un poco por aludida “Como son los hijos de los ricos nos tenemos que aguantar".

Ahora, concluye la Lindo y rubrico yo, no son los hijos de los ricos solamente los que desprecian los esfuerzos por acercarles un poco a la cultura, es toda una masa que lleva inoculada en el alma, una vacuna contra todo lo que signifique, sensibilidad, respeto , cultura. Existe una violencia más sorda , menos ‘televisiva’ que la que empieza a venderse a través de los medios, es este rechazo íntimo y constante a todo lo que no sea lo que se le sirve diariamente en la calle y en las pantallas: carreras meteóricas hacia el triunfo, divanes de vagos, dinero fácil, respuestas agresivas, desechos emocionales, vulgaridad en trajes de etiqueta...

Todos ahora somos como los ‘nuevos ricos’de antaño, viejos pobres de hogaño.

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