Vientos del sur

LOS PASEOS DE DOUCE

Paseando por la playa
Más de una vez, los visitantes de esta isla se habrán preguntado qué hace una perrita escribiendo en un blog. Bueno, lo más probable es que ni siquiera se lo hayan preguntado. Cosas más raras ocurren en este mundo cibernético o como se llame.Sea como sea, a mí me gusta de vez en cuando contar mis andanzas. Me relaja.

Los domingos, por ejemplo, el Náufrago de esta isla, en su magna benevolencia, tiene a bien darme un paseo especial, extra. Quiero decir que es algo más largo e interesante que el saca y mete de los paseíllos cotidianos.

Hoy, por ejemplo, hemos dado una vuelta a todo lo largo de esta ciudad, que es sobre todo larga y poco ancha, cosa que él atribuye a la orografía. Para que lo entiendan, les diré que primero echamos un vistazo a la bahía que estaba hoy más agitada que de costumbre. Los vientos fuertes del sur y algo del oeste formaban unas olas que se estrellaban contra el muelle. El Náufrago tiró de cámara y tomó algunas notas fotográficas de las que dejó constancia, como podrán verlo. Luego fuimos circunvalando la costa, bordeamos los paseos y llegamos hasta el faro.

Hicimos varias paradas para que yo estirara mis patas y a medida que íbamos hacia el este observamos que los vientos aminoraban su fuerza. Hicimos una parada más sosegada en lo que llaman la Segunda (playa), que no deja de ser una continuación de la Primera y allí me encontré con un grupo de amigos. Daba gloria vernos haciéndonos los amos de la playa. En un momento dado coincidimos seis o siete e intercambiamos saludos y olores varios, como es de rigor en nuestros encuentros. Los había de todos los géneros, esbeltos y elegantes galgos, aristocráticos dálmatas, preciosos malamutes de Alaska y otros canes. Al verme vinieron a saludarme unos cuantos, mientras otros seguían con sus juegos. Yo me quedé con el galgo, o más bien fue él el que vino a saludarme. Lo que ocurre es que yo soy muy mía y no hago migas con cualquiera. Era guapo, elegante y muy educado, pero lo que ocurre es que no hago migas con cualquiera. En cuestiones caninas suelo ser bastante independiente.

De todas formas me sentó muy bien el paseo donde había más perros que personas. Luego subimos hacia el faro y dimos por terminado el paseo. Después de estas correrías siempre me pregunto lo mismo. ¿Es el Náufrago el que me saca de paseo o soy yo la que tira de él para que se levante del sillón y se airee un poco?



  

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