Don Pruden, el abanderado

LA BANDERA

Esta mañana le ha ocurrido al Náufrago una anécdota curiosa. Se hallaba en una cafetería tomando el aperitivo, cuando vio entrar a un viejo amigo, en el doble sentido de la palabra, que portaba una bandera saharaui. El Náufrago se sorprendió porque su amigo Prudencio, 'Pruden' para los amigos, no es muy dado a exhibir, ni a exhibirse. Conociéndole, el Náufrago que es también bastante prudente, no le preguntó por qué se paseaba con ese emblema. Le faltó tiempo a don Pruden para explicarle la razón de portar tal estandarte, como queriendo justificarse. Algo muy propio en él porque se pasa la vida pidiendo permiso para existir.

- Naufra, te conozco, y sé qué estás pensando.

- No pensaba nada, Pruden, mintió el Náufrago

- No necesitas mentir, te lo voy a decir yo. Mira, esta mañana bajé al centro porque había leído en un ‘emilio’ que hoy, a las 12, había una manifestación para protestar contra Marruecos y nuestro propio Gobierno sobre lo ocurrido en el Aaiún. Leí por encima el mensaje e interpreté que sería una protesta frente a la Delegación del Gobierno. Allí me presenté a las 12 en punto, y para asombro mío no vi a nadie. Pensé que quizá me había equivocado de hora o de día.

Como no veía movimiento me entretuve viendo el ambiente de este sábado soleado y seguí el paseo calle arriba. Pasado el edificio del Ayuntamiento, vi a tres chavalitos, entre los once y trece años, de tez morena, que venían de frente. Uno de ellos, el más pequeño, portaba una bandera saharaui. Me acerqué a él y le pregunté de dónde venía. Señaló hacia arriba y me dijo que allí cerca venían los de la manifestación. (¡?) Bromeando, el pequeñaJo me dijo: “Si me das un euro, te doy esta bandera” Yo me quedé perplejo porque lo había dicho como en broma. En unos segundos mi mente se puso en marcha y se planteó dos cosas: ‘primero, celebrar  el ‘instintus mercadendi’ del chaval y por otra parte, yo, que como sabes, no soy nada proclive a llamar la atención, me desafié a mí mismo diciendo para mí: “ ¿Por qué  de una puta vez no te atreves a mezclarte entre la gente y pasear por la calle, enarbolando una bandera, llamando la atención?

Y así lo hizo, le di un euro al chaval y me paseé entre la gente que paseaba,  con la banderola. Yo miraba a la gente y vi que nadie se sorprendía de nada. ni era punto de mira de nadie. Por una parte me aliviaba, por otra, me sentía algo decepcionado de que nadie me pusiera en apuro…

Seguí subiendo, y al cabo de ocho o diez minutos, vi que la policía controlaba la circulación para dejar paso a la manifestación que bajaba con su pancarta, banderas de varias asociaciones, y por supuesto, banderitas saharauis como la mía. Me mezclé entre los manifestantes hasta encontrar alguna cara amiga. Al fin encontré a unos amigos. Todos me miraron con sorpresa al verme bandera al hombro. Fue entonces ante las sonrisas y las bromas de los amigos, cuando apuntó de verdad el Pruden que tú conoces, creyendo que debía de dar explicaciones de mi ‘portaestandartería”. Tampoco era el momento de desmenuzar todas las ‘razones’. Y así fui toda la manifestación el resto de la marcha. Yo, Prudencio de la Dehesa y Prieto, bandera al hombro, cuando nunca me ha adornado de ningún símbolo.

Yo había escuchado pacientemente. Su mirada, sus gestos, su voz , todo él reclamaba un poco de comprensión. El Náufrago sólo asentía con la cabeza y la mirada al relato. Al final dieron por terminado el asunto y le invitó a una cerveza y a una ración de rabas para celebrar la ‘hazaña’ de don Pruden.

¿Por qué andaremos por la vida con tanta “corrección política?

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