Lo que necesitas, lo que 'quieres'

CHARLANDO CON EL VIEJO PROFESOR

Esta es la entrada a la que hacía alusión Douce, la becaria. Anoche, el Náufrago, antes de dormir, repasó un libro que ya había leído: “Martes con mi viejo profesor”. Cuenta el octavo martes en que el alumno, Mitch Albom va a visitar a Morrie Schwartz, su antiguo profesor, afectado por una enfermedad terminal. Aquel martes hablan del ‘dinero’, de todas esas ‘necesidades’ que nos creamos o nos invitan a ello. El viejo profesor le explica lo que es de verdad para él la riqueza… He aquí el diálogo entre un profesor de psicología de 78 años y el alumno, periodista ambicioso, que no ha cumplido los 40.
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- “Yo apuntaba en un bloc de hojas amarillas algunas de las cosas que decía Morrie. Lo hacía principalmente porque no quería que me viera los ojos, que supiera lo que pensaba yo, que yo había perseguido durante una buena parte de mi vida, desde mi graduación, aquellas mismas cosas que él había denunciado: juguetes mayores, una casa más bonita. Como yo trabajaba entre deportistas ricos y famosos, me había convencido a mí mismo de que mis necesidades eran realistas, de que mi codicia era insignificante comparada con la de ellos.
Aquello era una cortina de humo. Morrie lo había puesto de manifiesto.
-Mitch, si lo que quieres es presumir ante los que están en la cumbre, olvídalo. Te despreciarán de todos modos. Y si lo que quieres es presumir ante los que están por debajo, olvídalo. No harán más que envidiarte. Un alto nivel social no te llevará a ninguna parte. Sólo un corazón abierto te permitirá flotar equitativamente entre todos.
Hizo una pausa y me miró.
-Me estoy muriendo ¿no es así?
-Sí.
-¿Por qué crees que es tan importante para mí oír los problemas de otras personas? ¿Acaso no tengo bastante dolor y sufrimiento propios?
«Claro que los tengo. Pero lo que me hace sentirme vivo es dar a los demás. No es mi coche ni mi casa. No es mi aspecto cuando me miro al espejo. Cuando doy mi tiempo, cuando puedo hacer sonreír a alguien que se sentía triste, me siento todo lo sano que puedo sentirme.
»Haz las cosas que te salen del corazón. Cuando las hagas, no estarás insatisfecho, no tendrás envidia, no desearás las cosas de otra persona. Por el contrario, lo que recibirás a cambio te abrumará.»
Tosió e intentó coger la campanilla que estaba en la silla. Tuvo que tantearla varias veces, y por último la cogí yo y se la puse en la mano.
-Gracias -susurró. La agitó débilmente, intentando llamar a Connie..
-A ese tal Ted Turner -dijo Morrie-, ¿no se le pudo ocurrir ninguna otra cosa que escribir en su lápida?
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Comentarios

J. G. ha dicho que…
de esos que no quedan, viejos profesores.
Douce ha dicho que…
Amigo J.G.

Es cierto: No son muchos los viejos profesores como Morries, pero aún alguno queda.

Por supuesto, son raros, como son raros los alumnos, como Mitch, que siguen visitando a sus viejos profesores, en situaciones límites y dispuestos a escuchar sus lecciones.

Un saludo

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