La Catedral y el silencio

 LA VOZ DEL SILENCIO

La Seu.  Barcelona
Era una tarde de sábado, soleada pero fría. Después de un paseo por las Ramblas se perdió entre las callejuelas del Barrio Gótico barcelonés y entró en La Seu episcopal por una puerta lateral. Un silencio contagioso llenaba la basílica y trepaba por las estilizadas columnas hasta la bóveda. Las luces y el recogimiento del coro invitaban a la meditación y al reposo interior. Fuera, había quedado el ir y venir de la rambla que ofrecía a naturales y visitantes toda serie de atracciones, quioscos, mimos, bailaores y pintores…

Dentro, todo era calma y sosiego y el pasear silencioso de algunos visitantes. Se sentó en un banco y allí dejó que su claustro interior se empapase de aquella serenidad y recogimiento. Dejó que los pensamientos rondaran por su interior. Las iglesias fueron para él durante bastante tiempo lugar de ritos, palabras, ceremonias y cánticos. A decir verdad aquella amalgama de palabras, admoniciones e incienso no fueron cita de paz sino más bien fuente de dudas y desasosiego. Sin embargo, allí, a aquella hora de la tarde, dejó de lado aquellos recuerdos y trató de llenarlo de paz y dejarse cautivar por el arte, la audacia, la belleza de aquel recinto que durante años levantaron otros hombres.

Toda aquella altura que apuntaba hasta el cielo era una invitación a despegarse del suelo de lo cotidiano. Buscaba algo más sutil, más impalpable, más íntimo y aéreo. La belleza de aquellos tapices de piedra, la elevación de las líneas y los arcos que convergían en la bóveda, elevaban también todo su mundo interior o al menos se esforzaba por ello. Era algo que no se refería en especial a las imágenes, pero sí le transmitían una experiencia nueva.

Salió y sintió el silencio del aire y del agua que cantaba en la fuente. Las palmeras, el estanque, los ojos curiosos de las ocas sosegaban el claustro. ¿Por qué nos habla el silencio?

Comentarios

Francesca ha dicho que…
Me ha encantado. A mí de vez en cuando también me gusta perderme en algún lugar así, lleno de paz, con silencios que resuenan en tu interior y momentos de calma donde el corazón casi se escapa del pecho.
Bonitas fotos.
Sylvia Otero ha dicho que…
Muy lindo, gracias por compartir las fotos, las pensaciones y los sentimientos. Cuando trabajaba algunos días a la hora del almuerzo iba caminando a la Catedral de MVD y me quedaba allí un rato como lo hizo la persona de tu relato. También me tocó ir a la iglesia en otras circunstancias similares a las que describís, pero ya sabés que pienso igual que tú a ese respecto.


Bisous, bonne journée!
Douce ha dicho que…
Hola, Francesca

Hay sitios más propicios que otros para recogernos y oír el silencio, esa paz interior que nos dice quién somos de verdad.

Entré en la Catedral como turista y encontré que el silencio hablaba de sosiego mejor que en cualquier sitio.

Gracias por tu visita y por compartir tus sentimientos.
Douce ha dicho que…
Hola, Sylvia

Los templos no son más que la muestra de la necesidad del hombre de comunicar con algo que nos trasciende. El hombre necesita algo de paz entre tanto barullo.

Todas las religiones han escogido un sitio 'especial' según las diferentes creencias. Pero la 'necesidad' humana es siempre la misma. Lo que pasa es que los humanos buscamos eso que llaman 'felicidad' en otros templos.

Lástima que a veces hayan ofrecido demasiado boato, ruído, mandamientos y castigos y menos espacios para que cada cual se sirva de acuerdo con sus necesidades interiores.

Espero que también por esas tierras encuentres lo que deseabas

Bonne journée

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