Perfectín hace los deberes

Aquella tarde , cuando todos los compañeros de clase ya se habían marchado, el maestro indicó a Perfectín Tengoké que debería continuar en clase copiando unos cuantos pensamientos de la nueva asignatura EdB (Educación para el Bienestar) a la que Perfectín se oponía. El maestro lo dejó solo en el aula. El muchacho cogió a regañadients su cuaderno y su boli y empezó a emborronar páginas. Al principio sacaba la lengua esmerándose escribir con buena letra, poco a poco fue garabateando como saliera. Empezó:

  • “Rehusaré de hacer las cosas por mis semejantes, sólo para que éstos piensen bien de mí.

  • No deseo vivir para cumplir un objetivo. Sólo quiero vivir.

  • Seré lo que debo ser. Pero hoy soy lo que soy. Hoy trabajaré desoyendo las voces del “deberías”. La ansiedad que circula en mi vida nace de un desequilibrio entre lo que soy y “debería ser

  • Puedo alargar la vida manteniéndome apartado de doctrinas y de rutas ya trilladas.

  • Si confieso un defecto puedo estar ocultando la voluntad de no cambiar. Al confesarlo estoy admitiendo que no deseo cambiar.

  • Si vivo para obtener resultado, estaría condenado a una continua frustración.

  • El perfeccionismo es una muerte lenta. Si todo ocurriera como a mí me gusta o como lo hubiera planeado nunca experimentaría algo nuevo.

  • Cuando haya “escuchado” a todos mis errores, habré crecido.

  • A veces, cuando pienso estoy tratando de defenderme. Es un modo de evitar algunos sentimientos, una manera de no encarar la situación en que me encuentro. Mi problema es analizar la vida en vez de vivirla.

  • La gente deshonesta confía más en las palabras que en la realidad.

  • Rechazar mis sentimientos es condenarme por tenerlos. La parte rechazada reacciona tornándose más fea."

(En este momento, cansado de escribir, Perfectín miró el reloj, se asomó al pasillo y vio que no había nadie que lo vigilara. Cerró el cuaderno, lo metió en la mochila, se la echó a la espalda y pensó que aún le quedaba tiempo para echar una partida con Pasota a la Play Station.

Dejó el libro en la mesa del profe y sintió curiosidad por ver el título. En la portada sólo se veían dos zapatillas de deporte negras con cordones blanco: Palabras a MI MISMO, se titulaba”.

“¡Qué rollo!” se dijo también a sí mismo. A lo mejor algún día entiendo algo)

Comentarios

Sylvia Otero ha dicho que…
A mí me vendría bárbaro hacer la plana.

Un beso,

Perfektina Tengoqué Yorugua
Anónimo ha dicho que…
Somos muchos, Silvia, los que necesitamos hacer los deberes.

Buenas noches, feliz fin de semana y gracias por tus 'envíos'

Un abrazo

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