En el umbral de Umbral

ENCUENTRO: "UMBRAL Y SU TIEMPO" (U.I.M.P.-JULIO-2008)

En este país nuestro, quizá en otros también, es necesario morirse para que hablen de uno, aunque sea bien. Hablar hasta la saciedad de él, ‘de su libro’, de sus libros, es lo que le ha ocurrido estos días a Umbral en la U.I.M.P (Universidad Internacional Menéndez y Pelayo) en el Encuentro: “Umbral y su tiempo”. Durante dos días, ministros, críticos, profesores universitarios, periodistas, actrices, hasta cantantes del ‘pollo frito’, han hablado elogiosamente del Umbral columnista, el Umbral poeta, cronista, costumbrista, erudito, santo y villano, ‘ser de lejanías’...

Ha tenido que morirse para poder mirar con ojo entre escéptico y cáustico a todos los que se han desecho en elogios y han pronosticado sobre la perduración de su obra: “ pasará triunfante por los filtros sucesivos del porvenir, agrandando con la perspectiva del tiempo la dimensión de una obra literaria que refleja un proyecto estético libre, potente y unitario...” en boca ministerial. Otros, como Sánchez Dragó, desde el recuerdo de sus ‘desencuentros personales’ dirán algo parecido en lenguaje más llano: “ Está pasando el tiempo de la hagiografía. Paco Umbral dejará de ser San Paco Umbral, vivirá unos años en un purgatorio literario y saldrá de él convertido en el gran animador de la vida literaria de este país al final del siglo XX”

A estas mesas redondas, en realidad rectangulares, ha asistido el Náufrago en calidad de oyente con reparos. Ha oído a los Ussía, a los Armas Marcelos, del Pozos, Ramoncines, a las Veras y los Gistaus, mientras veía aquel ojo escrutante detrás la concha de sus gafas, perdido en el ángulo del gran panel que anunciaba “ Umbral y su tiempo”. Aquel ojo miraba directamente a su viuda, sentada, atenta, en la primera fila de la sala, y parecía preguntarle: “ María ¿quién coño ha invitado a estos señores para hablar de mí? ¿ No podrían habérmelo dicho antes, cuando hubiera podido soltarles a la cara lo que ahora no puedo decirles?”

Y el Náufrago sacó de nuevo sus “Cuadernos de Luis Vives” para encontrar un Umbral más vivo, perdido entre el río y las misas de una, en la biblioteca del Ayuntamiento donde trabajaba su madre, leyendo en el 'libro de la calle' y los billares, literario y snob, amante en la distancia a “las mujeres hermosas, pintadas, difíciles, sin edad ni signo”, el Umbral ‘ser de lejanías’ y soledad íntima que escribía:

Estoy entre desnudos y pistolas,
estoy entre recuerdos y zapatos.
Quiero decir que solo, que estoy solo
y la mañana es una tarde previa.
Las palabras ocurren como lluvia,
la escritura no sabe lo que dice,
hay un poeta de rojo en la oficina
y una pantera azul y pensativa.

Estoy entre licores y entrepuertas
mirando un ntren de locos en la tarde,
las estrellas suceden a su hora
como las meretrices
y la música.

(Los cuadernos de Luis Vives)

Comentarios

Entradas populares