La tregua

¿LA VIDA ES SUEÑO?

Estaba el Náufrago haciéndose el exquisito, dándoselas de ‘estupendo’, como queriendo escapar de esa ola de pasiones, forofismos, patrioterías que nos amenaza, y que ya está ahí cerca, muy cerca. Está el patio patrio desolado, mustio, decaído, con tanta crisis, tanto recorte, tanto dije y tanto me desdigo. Llega la hora que todos esperamos: gobierno, políticos, empresas varias, esposas olvidadas deseosas que empiece de una vez el espectáculo y resurja la pasión. Un mes, quiéranlo los hados, que no habrá problemas en qué pensar, trabajos que soportar, malos gestos que sufrir, porque sólo habrá un pensamiento, una emoción, una ocupación, un sueño, una evasión en que dejaremos de ser nosotros para alienarnos más y ser unos seres envueltos en banderas, rodeados de bufandas, gorros, camisetas rojas y ribetes ‘gualdos’. No habrá ricos y pobres, hinchas del Atlético o del ‘Madriz’, Getafe, Sporting, Tenerife, Betis…Las Autonomías, se olvidarán un poquito de sus ombligos y se convertirán un solo cuerpo, con un poquito de alma olvidada.

Por unos días, quizá semanas, ¿un mes también? – la diosa Fortuna haga hasta milagros, ahora o nunca – habrá ¡oh asombro! una España, o casi una. Por una vez, y, sin que sirva de precedente, España será Roja. Rojos los bares, rojos los salones de las casas, rojas las calles, los periódicos, las cadenas de televisión, hasta en las iglesias habrá pantallas en las misas donde los curas entonen el:"sursum corda" y los fieles respondan “habemus in Johannesburg”…

Este es el sueño de un Náufrago, descreído, que ya está hasta los mismos, de tantos ‘suplementos’, tantas imágenes iguales, las mismas caras, las mismas monsergas, los mismos delirios rojos. Querría decir: estoy saturado, me empalaga tanto bombo, sobre todo el de Manolo que ahora vende hamburguesas, y casi no puedo. Todo el mundo vende de rojo vestido, pero se teme que no pueda prescindir de lo que abomina, y teme que se tornará forofo, y lamentará si el sueño se deshace, no tanto por él, que enseguida lo asumiría, sino por lo mustia, lo rota, lo desilusionada que quedará la buena gente de este país, que volverá a ser ‘país’… Volveremos entonces, de nuevo, a las andadas. Sólo tenemos unos días para sentirnos unánimes. ¡Con qué poquito nos contentamos!