Carpio, sin embargo

“TAMPOCO ÉL ME PAGA LA VACA”
"Ir donde está el silencio.
Ésa es la responsabilidad de un periodista:
dar voz a quien ha sido olvidado, abandonado y golpeado por el poderoso".

Amy Goodman

"Eran las tres de la mañana del día de Santiago, con el calor." Una vaca sin luces, ni chaleco reflectante cruzó la carretera entre Selaya y Vega de Pas, en Cantabria, y chocó contra un coche causándole importantes daños. El animal quedó en la carretera, mientras el conductor seguía su camino. Al día siguiente el propietario del vehículo presentó la demanda para reclamar la reparación de los daños. El juicio tuvo lugar hace poco:
- ¿Ha traído abogado? Preguntó el juez al inculpado
- No, ¿para qué?, respondió el dueño del animal.
El juez reclamó 3.365 euros, cantidad de la que no disponía el acusado.
- ¿Cuánto es?, preguntó el demandado
- Más de 500.000 pesetas
- ‘Ah!’ Y el juez embarga sus vacas, que es todo lo que posee Carpio.
Policarpo Sainz Sainz, el de La Braguía, conocido entre los suyos como Carpio, tiene 77 años, vive en una cabaña sin luz, sin agua, sin saneamiento, sin teléfono… Vive sólo, con sus trece vacas y cuatro ‘criucas’, sus gallinas y sus perros. Una pensión de 300 y lo que saca de las vacas en época de mercado es todo lo que posee. Vive del aire frío del puerto, del paisaje, de la naturaleza y de sus animales.

Carpio no tiene dinero y sus vacas han sido embargadas. Carpio no sabe de leyes, su vida son sus animales. En un bar del pueblo sus paisanos han puesto una “hucha” y han recogido los tres mil y pico euros. Carpio puede respirar un poco más tranquilo pero no acaba de entender esta Justicia de ojos vendados, en una mano la espada y en la otra una extraña balanza. Y se hace mil preguntas y se da mil ‘razones’:

« ¿Cómo no dejó el coche al lado de la vaca? Marchó con su coche. Hizo el delito, allí dejó el cadáver y marchó con su coche» “Tampoco él me paga la vaca” Y para dar fe de su hombría repite una y otra vez: “Yo no sé robar ni se matar. A trabajar sí me enseñaron. Mi padre era honrado y salí yo de esa condición. Ahora, hay hijos que no salen a sus padres”.

Refiriéndose a su demandante al que no conoce, lo define así: “Es un chavalito de estos tochuzos, que empiezan a mocear ahora. Creo que tiene una tienda, pero no le conozco» y añade: «ese sinvergüenza... encima de matarme la vaca».

Así es Policarpio , el rostro cincelado por el aire, los rigores del frío y de lo años, ojos vivos, sonrisa burlona, el pitillo entre los labios, con su gorro, su jersey, sus botas, el cuévano a la espalda y su guadaña para cortar hierba para sus vacas . Hoy ha vuelto a su vida, ya más tranquilo, hasta que le llegue su hora.

Referencia: Diario Montañés


Comentarios

Carzum ha dicho que…
Lei la historia por primera vez en el blog de Tejón, la cueva del Tasugo, y me impresionó. Ahora me alegro de que D. Policarpo pueda mantener su casa y sus vacas, aunque haya sido gracias a sus vecinos y no gracias a la justicia, que hubiera sido lo adecuado. Abrazos ;-)
Douce ha dicho que…
Historias como éstas, nos hace pensar en lo fría, lo injusta, lo ciega -cuando no 'apañada' a favor del fuerte- es eso a lo que llamamos 'justo'.

Afortunadamente ha podido volver con sus vacas: "¿Qué sería de mi vida sin mis vacas?" Una joven agogada del pueblo vecino,se ha ofrecido gratuitamente a echarle una mano:"Tengo que bajar a ver a esa chica", decía al periodista que le entrevistaba.

Saludos desde esta isla.

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