El coche

MIRANDO HACIA ATRÁS, SIN IRA

Era una noche fría del mil novecientos y ‘taytantos’. Sus nueve o diez años eran incapaces de cerrar sus ojos. Miraba el techo de su habitación buscando el sueño, pero era incapaz de que se enseñorearse de él por más que lo intentaba. No hacía más que pensar en la mañana siguiente. La noche se le hacía demasiado larga. Intentaba dormir – le habían dicho que esa noche debía dormirse pronto – pero cuanto más lo intentaba, más fuerte e intensa se hacía la necesidad de que llegara la mañana. Al fin pudo más el sueño, que sus otros sueños. Pero tampoco duró demasiado. Él, dormilón por naturaleza, aquella mañana se despertó muy temprano. A esa hora los ‘Visitantes’, ya habrían cumplido con sus deberes, y sobre todo, él no había quebrantado sus órdenes.

Saltó de la cama, anduvo con cuidado para no despertar a los demás, y se dirigió a la ‘Habitación grande’, la habitación donde aún dormían sus padres. Casi a tientas, buscó sus zapatos, entre los distintos pares, colocados al lado del ‘Nacimiento’. Con cuidado, para no despertar a los demás , cogió el paquete y se fue al comedor. Allí podría estrenar su regalo sin que los demás se enteraran… Lo abrió y allí encontró el Coche. Era un coche de lata, de carreras. Enseguida buscó la llave, la introdujo en el cuadradillo metálico que sobresalía, lo accionó dándole vueltas y ‘¡oh milagro! aquel bólido, empezó a dar vueltas y vueltas…Él no se cansaba de accionar aquella ‘compleja’ maquinaria. Parecía un milagro, ver a aquel coche dar vueltas, con su piloto situado en el lado derecho, casco de lata y gafas, sus cuatro ruedas con letras muy raras y la de repuesto en un lado…


Miró el reloj. Eran las diez y media, la mañana no era tan fría, lucía ya el sol. Abrió aquella caja. Estaba protegido por plástico. Lo abrió con la misma curiosidad. Quitó el plástico y dentro, una caja de cartón alargada. La abrió con la misma desasosegada inquietud de aquellos años. Allí estaba de nuevo el coche y su llave. Le dio cuerda, lo posó en el parquet del salón y el Bugatti empezó a da vueltas y dándose choques en las paredes. Miró el calendario para saber en que día estaba: Junio 2010, domingo, 20. Sta. Elia.

Pasó toda la mañana jugando con él, sacándole fotos. Se lo enseñó a su hija , le mostró cómo funcionaba. Apenas le prestó atención. Aquel cacharro dando vueltas en la cocina, mientras desayunaba, chocando con sillas y armarios, apenas le decía nada. No se llevó desencanto, no esperaba otra reacción que la de una sonrisa entre compasiva y desinteresada: “mi padre está un poco ido. No sé qué le encuentra a este cacharro”

¿Cómo se puede comunicar lo indecible, lo inexplicable…? ¿Es que es necesario tratar de describir lo indescriptible? Lo que queda cada día más claro, es una frase que leyó en el libro de José Luis Sampedro "Escribir es vivir". Ha tratado de encontrarla y no lo ha conseguido, pero decía algo así como "la infancia es nuestra verdadera patria". Cada día que pasa se convence más. Es la que sigue sustentándonos.

Comentarios

lola ha dicho que…
Recuerdos, ilusiones, juguetes...
Náufrago, mira esto y disfruta:
http://www.youtube.com/watch?v=pirvgrF1irI
Bonito lugar para volver a la infancia.
Douce ha dicho que…
Hola, Lola

Gracias por la referencia. Me ha gustado mucho la visita al "Museo del Juguete de Hojalata de Candeleda". Precisamente esta mañana, al ver entre mis manos el Bugatti de hojalata, me acordé del Duende,y su "Paraíso de hojalata" y leí el capítulo "El 'bugatti en el que no murió Isadora Duncan".

En el video he podido conocer su "Paraíso": su tranvía, el camión repartidor, los coches de bomberos, el carro- cisterna...Todo un mundo de vida y hojalata.

Seguiremos volviendo a nuestro país ilusiones y hojalata

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