La perinola

'CHOCHECES' DE UN NÁUFRAGO, CONTADAS POR UNA PERRITA
By DOUCE

A veces, a mi papá, le da por contarme recuerdos de su infancia. Como a sus hijos no les interesan demasiado estas cosas, me escoge a mí como chivo expiatorio, o perrita expectante. Yo hago como que le escucho y así por lo menos tiene un supuesto oyente. El otro día, no sé por qué, le dio por contarme de cuando él se pasaba tardes enteras jugando a la perinola en casa de los vecinos, los 'Llanos', dos muchachos de su misma edad que vivían en el piso de arriba. Como dueños de la casa donde el Náufrago y su familia vivían de alquiler, los 'Llanos', Alejandro y Luis, como terratenientes, o ‘domotenientes’, eran gente de posibles y tenían más juegos que él, que tenía cinco hermanos. Disponían de monopolys, cinexines, parchises, ajedreces, y… ¡perinolas! En aquellos tiempos, me dice, no había televisiones, play stations, ordenadores y cosas de éstas, como si a mí me interesaran esos juegos. Entonces los chicos cuando llegaba la tarde noche, antes de cenar y después de hacer los deberes, se entretenían jugando, a los llamados juegos de mesa.

No sé por qué me ha contado lo de la perinola, con la que al parecer se pasaba muy buenos ratos. Como yo no tenía idea de este ‘artefacto’ tuvo que explicarme cómo era y en qué consistía el juego. Al parecer, se trataba de una especie de peonza de seis caras con una especie de rabito para poder hacerlo girar hasta que se paraba en una de las caras. Cada una de ellas tenía unas indicaciones:
• PON 1 , PON 2 , TOMA 1 , TOMA 2 , TOMA TODO ,TODOS PONEN
Yo le interrumpí y le pregunté si ponían ‘huevos’ o qué es lo que ‘tomaban’, Kas, Orangina… Me miró con ojos entre extrañados y severos, como pensando que le estaba tomando el pelo. (Y sí, se lo estaba tomando) Entonces me explicó que lo que ‘ponían’ eran cromos, chapas, canicas, algunas de las cosas que tuvieran.

- Vale le dije. ¿Y qué hacíais después con esos ‘tesoros’?

Pues, por turno hacíamos girar la perinola y según lo que saliera, iban incrementando o agotando, sus cromos, sus chapas, sus canicas… (Nunca perras gordas, o perras chicas, por prohibiciones familiares) ¡Oh qué tiempos! Luego me explicó la historia de la ‘perinola’, cosa que, como es natural, a mí me importaba un pimiento. Que eso era un juego de los niños judíos que jugaban al ‘dreidel’ o sevivon, un tipo de perinola a la que jugaban durante la Janucá, llamada la "Fiesta de las Luminarias", una festividad judaica que se celebra durante ocho días, y en la que se conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos.

La perinola judía, era una perinola ‘especial', con cuatro caras y con símbolos hebreos. Las cuatro letras son las siglas de 'Nes gadol haia sham', lo que quiere decir, "Un gran milagro ocurrió allá".

Ya ven qué cosas tengo que tragarme a costa de seguirle en su infancia. Lo que luego he descubierto, es que lo de verdad le interesaba es que conociera ‘su casaaa’(ETE), en la que se ve la planta baja donde él vivía, y arriba la de los “Llanos” y al lado la tahona del señor Samuel donde iba a comprar el pan 'blanco' y donde veía cómo los sacaba del horno con una pala muy larga (¡Qué paciencia la mía!, aguantarle sus nostalgias). Sabe que yo soy la única que le escucho sus recuerdos de infancia. Todo eso desinteresadamente, por un paseo extra y algún trozo de manzana de más que caiga. ¡Dichosa perinola! (Vaya rollo que me ha soltado)

En los Idus de Martius MMX

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