De vuelta a casa

SOÑANDO BAJO LA LLUVIA
Tus amplios soportales son la casa
acogedora y cálida
a la que vuelvo siempre
a descansar después de la aventura.

Eloísa Palomar

La tarde le recibió con su cara más gris. La ‘pertinaz sequía’ de antaño, se había convertido, al parecer, en pertinaz regadío que lleva semanas, meses, inundando calles, sementeras y el campo charro. La ciudad dorada, se había disfrazado de gris y su piedra ocre rezumaba agua, dándole un aspecto entre gris e íntimo.

Pero nada le retuvo. Sabía que apenas disponía de unas horas y eran muchos los rincones que quería visitar, desafiando a una lluvia que chapoteaba sobre los adoquines con una música tenaz y repercutía en la lona del paraguas, repitiendo la más íntima de las canciones. Aquel ritmo hizo que aligerara el paso. De vez en cuando se detenía y en un equilibrio inestable y sonoro, captaba con su cámara monumentos o rincones. Ellos, impasibles, recibían pacíficos el agua que penetraba por su piedra porosa o cantaba en las copas de los árboles con sus primeras flores.

Así llegó a la Plaza, más ‘Mayor’ y más sola que de ordinario. No era la plaza bulliciosa y variopinta de las últimas visitas. No se veían los grupos de visitantes que atendían atentos las explicaciones de los guías. No había corrillos de jóvenes sentados en el suelo, con sus piernas cruzadas o tumbados sobre sus mochilas de viajes. No estaba el ‘acróbata’ que hacía piruetas, daba volteretas, hacía el pino para ganarse unos euros, ni los estudiantes que cruzaban raudos la plaza camino de las clases. Tan sólo unos pocos viandantes daban vueltas y vueltas a esta noria de arte, como cangilones humanos que han extraído el sabor de su arte, o simplemente han dando vueltas como una eterna monotonía. La plaza de las mil caras, corazón, pulmón de la ciudad, estaba desierta. Sólo algunos viandantes la cruzaban raudos protegidos por los paraguas.

Entró en ‘el’ café, su café, a saludar a su ‘amigo’ de bronce, sedente, pasando su eternidad charlando con cuantos tertulianos quieren intercambiar interminables conversaciones Si había aprovechado las escasas horas de las que disponía, desafiando a la lluvia, era por él, por recrearse en sus ‘mundos’: “Los mundos de GTB”. Hacia allá fue, hacia el Patio de las Escuelas menores, convertido en un Aula mayor.

Pero esa charla la dejaremos para otro momento: ‘tenemos que hablar de muchas cosas; compañero de alma, compañero’

Comentarios

Campurriana ha dicho que…
¡Qué recuerdos, Náufrago!. Hace poquito estuve yo también en esos lugares, como bien sabes...Nos dijeron que paramos demasiados días en Salamanca. Nunca son demasiados...
Julio ha dicho que…
Hola Campu

Soy 'parte contrante de la primera parte' y no diré a nadie si las 'paradas son demasiados días o pocos'. Cada cual es libre de marcar los 'tiempos' que desea detenerse, si dispone de tiempo y ganas. Celebro que hayan renacido tus recuerdos.

Quizá mis ojos, cada vez que voy, descubren cosas nuevas ahí y en otras partes.

Soñadoras noches
Sylvia Otero ha dicho que…
Hola Náufrago,

Bienvenido!!

Me alegro que hayas podido volver a tu ciudad y recorrerla bajo la lluvia. Me gustaron mucho las fotos.

A planear el próximo viaje ahora!

Feliz día de miércoles!
Julio ha dicho que…
Los viajes, cuando son de 'placer' y de reeencuentros familiares por acontecimientos felices, nos renuevan por dentro.

Necesitamos de vez en cuando este cambio de 'aires'. Y volver al 'aire' que alimentó las raíces, aunque sea bajo la lluvia, insufla vida.

Trataré de seguir tus consejos.

Buen fin de semana

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