La suerte y el futuro

¿POR QUÉ CREEMOS TANTO?

Si el Náufrago fuera filósofo, que no lo es. Si tuviera una capacidad de abstracción y poder examinar la raíz de algunas ‘necesidades’ o creencias humanas… Disertaría aquí y ahora, sobre qué mueve a los hombres, y también a las mujeres, a depositar parte de nuestra fe en la suerte, en los horóscopos, en los gurúes, en los astrólogos, en los nigromantes, en las profecías, en las gitanas que leen las rayas de nuestras manos y hasta en los que reparten dogmas a mansalva. ¿Tan desvalidos y tan poca fe tenemos en nosotros que a veces esperamos que la ‘Suerte’, caprichosa señora, nos toque con su varita mágica?

El Náufrago es algo incrédulo, pero poco. Un día, en Sevilla, por quitársela de encima e ir acompañado, dejó que una gitana le leyera las líneas de las manos. No recuerda muy bien lo que le predijo, aunque como todos esos augurios dependen de la inseguridad y la inocencia del que las lee, suelen ser ambivalentes . El caso fue que la despachó con un duro, de los de hace cuarenta años. A la quiromante le pareció poco, se enfadó y empezó a anunciar desgracias y desastres. No los recuerda bien, pero seguro que algunos de ellos han ocurrido.


Un buen día se registró, no sabe muy bien por qué, en esos horóscopos digitales que te envían diariamente lo que leen en no sé qué astros. Hacía meses, no sé si años, que no los leía y los borraba como otros tantos mensajes basura. Anoche no ssabe por qué, abrió el correspondiente al día de hoy: Le recomendaba ‘que hiciera gimnasia matinal. Que así cuerpo y espíritu estarían a tope. Que se moviera, y no parara quieto. Que abriera de par en par la ventana y respirara fuerte. “Así, estará en plena forma”, terminaba.

No supo qué pensar. Quizá que Madame Soleil, se había equivocado de dirección de correo.