Aprendiendo a mirar. Ver
PUNTOS DE VISTA
De un tiempo a esta parte, el Náufrago suele salir de paseo con su tercer ‘ojo’. (Que nadie piense mal). Sale a pasear y a ver; o mejor, a aprender a ‘mirar’. ¡Son tantas las cosas que miramos distraídos pero que en realidad no vemos! Ese tercer ojo del que habla es su cámara. Ella le incita a mirar y sobre todo a ‘ver’ la realidad que entraña. Detenerse en un simple gusano que repta armoniosamente por encima de unas rejas, un rincón de una roca donde se cobijan caracoles o bivalvos, descubrir el mar encuadrado entre las finas hojas de los tamarindos, un anciano que ‘somnolea’, un niño que explora y se divierte en el pocillo que forma el mar entre las roca. Hay tanto que ver en lo que no reparamos…
Ayer por la mañana, su punto de mira fue una escultura cerca del mar la que le invitó a mirar desde distintos ángulos. Cada uno producía una visión diferente. Era un monumento de acero dedicado por las autoridades de su ciudad natal a Enrique Gran, y en cuya placa dedicatoria figuraban unas palabras del artista:
Este tercer ojo le invita a mirar, a ver, a capturar aquel sueño del anciano sentado en el banco, a aquel niño disfrutando del agua, de aquel día en que las olas se deshacían en espuma al chocar contra las rocas.
De un tiempo a esta parte, el Náufrago suele salir de paseo con su tercer ‘ojo’. (Que nadie piense mal). Sale a pasear y a ver; o mejor, a aprender a ‘mirar’. ¡Son tantas las cosas que miramos distraídos pero que en realidad no vemos! Ese tercer ojo del que habla es su cámara. Ella le incita a mirar y sobre todo a ‘ver’ la realidad que entraña. Detenerse en un simple gusano que repta armoniosamente por encima de unas rejas, un rincón de una roca donde se cobijan caracoles o bivalvos, descubrir el mar encuadrado entre las finas hojas de los tamarindos, un anciano que ‘somnolea’, un niño que explora y se divierte en el pocillo que forma el mar entre las roca. Hay tanto que ver en lo que no reparamos…Ayer por la mañana, su punto de mira fue una escultura cerca del mar la que le invitó a mirar desde distintos ángulos. Cada uno producía una visión diferente. Era un monumento de acero dedicado por las autoridades de su ciudad natal a Enrique Gran, y en cuya placa dedicatoria figuraban unas palabras del artista:
“Preparadme la paleta, los colores, mis herramientas queridas de trabajo… Sed diligentes que el tiempo es mensajero de terribles urgencias".Toda una lección que nos enseña la ‘urgencia’ de vivir. A través de su silueta taladrada, el Náufrago se dedicó a mirar y ver decenas de mundos distintos, de encuadres diferentes de un mundo multiforme. Vio mundos varios, instantes vivos que reclamaban una mirada: paisajes, ancianos, el mar desde puntos de vista diferentes, rocas, playas, paseantes, edificios. Instantáneas que volverá a ver decenas de veces, de aquel segundo arrebatado al tiempo, ese ser impalpable y avaro, relleno de momentos.E. Gran
Este tercer ojo le invita a mirar, a ver, a capturar aquel sueño del anciano sentado en el banco, a aquel niño disfrutando del agua, de aquel día en que las olas se deshacían en espuma al chocar contra las rocas.
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Para conocer más sobre su vida, su obra, noticias sobre Enrique Gran o ver algunos de sus cuadros pueden visitar la página Web de la "Fundación Enrique Gran", presidida por su sobrina Begoña Merino Gran:
http://www.enriquegran.es/index_.html
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