Del mar y la mirada

CAZADOR DE INSTANTES

Se dirigió hacia el muelle sin saber exactamente lo que iba a ver. Y lo vio. Gente que iba y venía. Esperas para visitar aquellos mástiles y velas recogidas. La atracción de lo nuevo, el reclamo de lo insólito. Y él mirando, buscando el ángulo más adecuado. Difícil encontrarlo con tanta gente, con esa luz que ciega. Un autobús, una popa, el vuelo de un helicóptero que simula un salvamento. Demasiada gente, demasiada luz, demasiada distancia. El paseo lleno de jaimas horrorosas que hacen del muelle un desierto, lleno de reclamos.

Sigue mirando el cazador de instantes. Es difícil encontrar. Demasiada gente, demasiada luz, demasiada cercanía. Toda es una masa que mira al mismo punto y él, desorientado. Difícil escoger, difícil encontrar. De pronto un retrovisor y en el dorso una imagen. La flauta y el tamborín se pasean. Una calesa recorre el paseo y una reata de burros, feliz intrusa, en este festival del mar porta sobre sus lomos las sonrisas infantiles

Al fin y al cabo cada mirada descubre un mundo nuevo. Ajeno a la gente, ajeno al barullo, ajeno a todo lo que le rodea y no reclame su mirada.

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