Somos perros

ESTILISMO CANINO
By DOUCE

Ahora que mi papá me da carta libre para que exprese lo que quiera y cuando me apetezca, voy a completar la anécdota del otro día cuando fui a la peluquería y traté de escaquearme dándole un pequeño susto.

Resulta que el domingo pasado quiso hacer conmigo una experiencia y de paso aprovechar sacar algunas fotos de mi ‘Salón de belleza canina’. Un local a todo lujo que ha montado mi ‘estilista’ porque parece que su negocio no conoce crisis gracias a nosotros.

Cogimos el coche, bueno lo cogió él, y nos trasladamos a los alrededores de “Bonnie and Clyde estilismo canino” que es el nombre completo de mi peluquería, pero que no se llama peluquería. Mi papá hizo la misma ceremonia que la vez anterior cuando fui por primera vez. Dejó el coche a unos doscientos metros, me bajó y no me ató para ver cómo reaccionaba. Tengo que anotar que la peluquería estaba cerrada por ser domingo.
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Así que puse las patas en el suelo, olí el césped del jardín di cuatro pasos, me olí lo que pasaba y me di media vuelta a toda prisa. Un señor que estaba sentado en un banco leyendo el periódico me miró sorprendido por aquel cambio tan brusco. Como hice la otra vez, volví hacia el coche que era ‘mi refugio’. Mi papá ató la correa al arnés y me llevó hasta la puerta de la peluquería para que viera que estaba cerrada y que no me pasaría nada. Él aprovechó para sacar unas fotos, sin soltarme. Una vez que ya estaba más tranquila, me dejó libre, mientras seguía sacando algunas fotos de aquello que, según él, más que una peluquería parecía un salón de belleza a todo capricho y a todo lujo.

Había la sección de ropa para el frío, para la lluvia, o para cualquier meteoro que del cielo cayera, juguetes, cestos, sillas como las de un bebé. La sección supermercado con toda serie de productos, adornos, collares de ‘diamantes, placas plateadas y todos los ‘complementos’ que puedan imaginar. Sacó una foto de una placa donde podían verse todos los servicios que el Salón canino ofrecía a sus clientes: “Salón de belleza”, “Shop” (sic), “Boutique”, “SPA”, “Gabinete psicológico” (¡Pásmense! No se sabe si para el can o para los dueños) y hasta “Cursos”

Viendo aquello , pensé en todas las contradicciones en que viven los humanos: unos que nos ‘amariconan’ como si fuéramos niños de papá y mamá ,otros que nos cuelgan de un árbol cuando ya no servimos, o nos abandonan en una carretera cuando les fastidiamos las vacaciones, o nos maltratan de mil formas. ¿Cuándo aprenderán que somos PERROS, a secas que sólo necesitamos los más sencillos cuidados, comida, paseos, y un trato afectuoso? No pedimos más. A cambio de eso, nosotros lo damos todo y nos sentimos muy felices.

La verdad, queridos humanos, u os pasáis cien pueblos en chorradas o nos dedicáis el más desalmado trato que nosotros nunca tendríamos con vosotros.
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NOTA: Estas reflexiones no van dirigidas al dueño del salón, él no hace más que adecuar sus servicios a los deseos de los clientes.


Comentarios

pilar ha dicho que…
Yo también me iría corriendo al coche.

Bicos
Douce ha dicho que…
¡Ja,ja,!, Me ha hecho gracia ...

Pero que conste, que yo no huí por todas esas 'pijerías', sino porque no me gusta que me 'pelen'.

De todo los demás, paso olímpicamente. Con decirte que no he cambiado de arnés en mis 10 años de vida. El que pierde las correas es mi papá. Ya voy por la cuarta.

Bicos

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