La ciudad que viví
FOTOS E INFANCIA
Se le permitirá al Náufrago retornar por unos minutos a la Salamanca de su infancia. Hace unos días recibió un hermosísimo regalo que no esperaba: “La ciudad que vi”, un libro que recoge la Salamanca vista por el fotógrafo salmantino Guzmán Gombau, fotógrafo por herencia y vocación, aparte de otras muchas aficiones. Para el Náufrago el libro se titularía “La Ciudad que viví”, la ciudad que vivió durante su infancia, y a la que volvería años más tarde. La ciudad de su primer colegio con apenas los tres años, de las pipas, las chufas y los ‘entremozos’ que la señora Pepa vendía a la puerta de los ‘Maristas’, del Campo de San Francisco de sus juegos y sus libros y, más tarde la ciudad del Palacio de Anaya, su Facultad de Letras.
“La ciudad que viví”, hablaría de las largas horas pasadas escuchando a los “Charlatanes” del Mercado, mientras iba o venía de los ‘recados’, la de la Cochera de San Isidro adonde llegaban o de donde salían los coches de ‘línea’ con productos del pueblo. Hablaría del jaleo del Mercado, de la Plaza Mayor: jardín, aparcamiento, centro de espectáculos, noria de paseos.
La Salamanca de personajes típicos: castañeras, turroneras de la Alberca, guardias urbanos de largos abrigos, heladeros, barquilleros, vendedores de Nicanores y su tambor. Una ciudad pueblo, una ciudad feria, una ciudad clerecía, una ciudad monumetos, una ciudad arte, una ciudad colegio.
Se le permitirá al Náufrago retornar por unos minutos a la Salamanca de su infancia. Hace unos días recibió un hermosísimo regalo que no esperaba: “La ciudad que vi”, un libro que recoge la Salamanca vista por el fotógrafo salmantino Guzmán Gombau, fotógrafo por herencia y vocación, aparte de otras muchas aficiones. Para el Náufrago el libro se titularía “La Ciudad que viví”, la ciudad que vivió durante su infancia, y a la que volvería años más tarde. La ciudad de su primer colegio con apenas los tres años, de las pipas, las chufas y los ‘entremozos’ que la señora Pepa vendía a la puerta de los ‘Maristas’, del Campo de San Francisco de sus juegos y sus libros y, más tarde la ciudad del Palacio de Anaya, su Facultad de Letras.
“La ciudad que viví”, hablaría de las largas horas pasadas escuchando a los “Charlatanes” del Mercado, mientras iba o venía de los ‘recados’, la de la Cochera de San Isidro adonde llegaban o de donde salían los coches de ‘línea’ con productos del pueblo. Hablaría del jaleo del Mercado, de la Plaza Mayor: jardín, aparcamiento, centro de espectáculos, noria de paseos.
La Salamanca de personajes típicos: castañeras, turroneras de la Alberca, guardias urbanos de largos abrigos, heladeros, barquilleros, vendedores de Nicanores y su tambor. Una ciudad pueblo, una ciudad feria, una ciudad clerecía, una ciudad monumetos, una ciudad arte, una ciudad colegio.
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