Paseante, 'vive' al andar.
ESOS HORRIBLES CACHARROS
By DOUCE
Pensando caninamente, una no acaba de entender por qué los humanos se encierran en una caja de latón, más o menos elegante, con más o menos ‘prestaciones, más o menos ‘absolutamente’ necesaria. Quizá en el proceso evolutivo de los humanos, dentro de centenares de años seguirán ‘evolucionando’ y nacerán ya con las ruedas puestas, estarán dotados de energías renovables o no, y rueden por los mundos orbitales como cabinas unipersonales. De este modo, por fin, serán seres autónomos, aislados, que irán a velocidades de vértigo a ninguna parte.
Eso estaba pensando yo esta mañana, cuando mi papá, por causas que no vienen al caso, no pudo utilizar su utilitario y tuvo que caminar, observar la vida que bullía en la calle. Fijó su atención sobre todo en las personas que se ganan la vida en plazas, calles o vías peatonales, tocando una siringa, dibujando en el suelo por enésima vez el Guernica, manejando una marioneta que toca una rapsodia húngara, o el que simplemente, apoyado en la pared, ofrece incrédulo su cestillo, esperando que una señora con abrigo de pieles, le deje cinco céntimos. La vida está en la calle, una vida múltiple y dispar. Todos pasan delante del que micrófono y altavoz en mano, ha instalado su tenderete solidario. Dice hablar por los ‘sin voz’, pero la gente acelera su paso cuando pasa delante de él, como si no quisiera oír voces que le inquietan. Él sigue su sermón laico, predicando desde un púlpito, en torno al cual, nadie se aglomera. La gente va y viene a sus ‘quehaceres’ o a sus ‘quebeberes’ o sus ‘quecomprares’. Hay gente que 'interroga' a nuestra ya indecisa vida. Eso y muchas ‘cosasdelacalle’ más, bastantes más, se pueden aprender cuando uno no se encierra en ese cajón con ruedas que no lleva a ninguna parte.
Por eso, por andar, y no ir deprisa, mi papá se ha enterado hoy dónde vive. Sí, no se extrañen. Ahora esta ciudad que aspira a ser Capital de la Cultura 2016, está dividida en 27 países. Así, como lo leen. Por toda la ciudad ondean banderas eslovenas, griegas, francesas, austríacas, luxemburguesas, eslovacas… así, hasta 27 distritos. Él, el muy ignorante, no sabía en qué país ‘vivíamos’ nosotros. Ha tenido que ser, pateando, cómo se ha enterado que desde hace poco nosotros vivimos en un Gran Ducado (Groussherzogtum Lëtzebuerg,). ¡ Tiene tela la cosa! Y yo sin enterarme. No se lo creerán, desde que 'soy' Luxemburguesa, camino de otra manera, como más elegante. Además me siento como más tranquila, porque me imagino que allí no andan a la gresca todos los días, y no hacen peineta con el dedo y groserías de ésas. Es tan pequeño, que ni siquiera tienen sitio para 'progres' y 'fachas', 2.536 km2, no dan para nada. Además, como hablan francés, luxemburgués y alemán, el Gran Duque, no tiene problemas. Pensándolo bien, me gusta vivir en un sitio tan pequeño, sin tanta 'autonomía' y tanta leche.
Moraleja: “Corre menos, vive más”
Eso estaba pensando yo esta mañana, cuando mi papá, por causas que no vienen al caso, no pudo utilizar su utilitario y tuvo que caminar, observar la vida que bullía en la calle. Fijó su atención sobre todo en las personas que se ganan la vida en plazas, calles o vías peatonales, tocando una siringa, dibujando en el suelo por enésima vez el Guernica, manejando una marioneta que toca una rapsodia húngara, o el que simplemente, apoyado en la pared, ofrece incrédulo su cestillo, esperando que una señora con abrigo de pieles, le deje cinco céntimos. La vida está en la calle, una vida múltiple y dispar. Todos pasan delante del que micrófono y altavoz en mano, ha instalado su tenderete solidario. Dice hablar por los ‘sin voz’, pero la gente acelera su paso cuando pasa delante de él, como si no quisiera oír voces que le inquietan. Él sigue su sermón laico, predicando desde un púlpito, en torno al cual, nadie se aglomera. La gente va y viene a sus ‘quehaceres’ o a sus ‘quebeberes’ o sus ‘quecomprares’. Hay gente que 'interroga' a nuestra ya indecisa vida. Eso y muchas ‘cosasdelacalle’ más, bastantes más, se pueden aprender cuando uno no se encierra en ese cajón con ruedas que no lleva a ninguna parte.
Por eso, por andar, y no ir deprisa, mi papá se ha enterado hoy dónde vive. Sí, no se extrañen. Ahora esta ciudad que aspira a ser Capital de la Cultura 2016, está dividida en 27 países. Así, como lo leen. Por toda la ciudad ondean banderas eslovenas, griegas, francesas, austríacas, luxemburguesas, eslovacas… así, hasta 27 distritos. Él, el muy ignorante, no sabía en qué país ‘vivíamos’ nosotros. Ha tenido que ser, pateando, cómo se ha enterado que desde hace poco nosotros vivimos en un Gran Ducado (Groussherzogtum Lëtzebuerg,). ¡ Tiene tela la cosa! Y yo sin enterarme. No se lo creerán, desde que 'soy' Luxemburguesa, camino de otra manera, como más elegante. Además me siento como más tranquila, porque me imagino que allí no andan a la gresca todos los días, y no hacen peineta con el dedo y groserías de ésas. Es tan pequeño, que ni siquiera tienen sitio para 'progres' y 'fachas', 2.536 km2, no dan para nada. Además, como hablan francés, luxemburgués y alemán, el Gran Duque, no tiene problemas. Pensándolo bien, me gusta vivir en un sitio tan pequeño, sin tanta 'autonomía' y tanta leche.
Moraleja: “Corre menos, vive más”
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