Mariana de Austria en ... bus

UN 'PITOTE' POR UN DESNUDO

Al parecer, desde hace unos días, en la línea 2 de los autobuses murcianos viaja la Reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, sin miriñaque. Pronto viajarán también por otras líneas el mismo Conde Duque de Olivares montado en una lata de cerveza, y una pareja de picoletos llevándose un Goya.

La polémica ha saltado inmediatamente. Su autora, sorprendida ante el revuelo que se ha armado, ha tenido que dar su visión mística del cartel: “Con Mariana de Austria quiero mostrar un desnudo 'espiritual´, como si el desnudo corporal no pudiera ser bello (con b) y espiritual. Todo desnudo puede tener algo de ‘espiritual’, depende de con qué ojos se mire.

Como siempre, este pueblo que se ‘escandaliza’, recurre a los más peregrinos argumentos. Enseguida se mezclan las churras con las merinas. La Izquierda Unida murciana ha sido la primera en declarar el ‘cuadro’ de vergonzosa ‘obra sexista’ ¡Una mujer, llamada Carmen Molina Cantabella haciendo ‘machismo’!. Debería echarle un rapapolvo (sin segundas) la mismísima Aído. Unas luchando contra ese ‘sexismo’ horroroso, y una ‘mujer’, tirando piedras contra su tejado. Se le podría haber ocurrido poner en pelotas a su marido, Felipe IV, sería más de acorde con la ‘decadencia española’ que se supone era su 'mensaje'.

Por otra parte, el propio alcalde huertano, ha dicho, en voz bajita, para no crearse demasiados enemigos o enemigas (la jodía política) que doña Mariana desnuda ‘podría herir sensibilidades’. ¿Qué sensibilidades? ¿Las de las beatas ‘Hijas de Mariana’? ¡Cuánta hipocresía junta!

El cartel no es una ‘gran’ obra de arte, pero es un colage original, atractivo, en el sentido de que atrae la atención, de hipócritas, puritanas/os y también de gente normal que no habla, sino que simplemente le gusta y no ve en ello ni ‘retorcimientos’ políticos, ni monjiles escándalos. Un cuerpo desnudo, de hombre o de mujer, pueden ser bellos y nadie debería escandalizarse de verlos, aunque vaya subido en un autobús. Un pubis puede ser hermoso, ‘interpretaciones’ personales aparte. Lo bello o lo ‘vergonzoso’ no está en el objeto, si no en las intenciones que le atribuyen los 'ojos interiores' que los miran.

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