Sobre ruedas
¿A QUIÉN LE IMPORTA LO QUE TÚ HAGAS? (Alaska)
Ayer domingo, el Náufrago quiso visitar a un amigo que ha sido operado de la pierna izquierda y el traumatólogo le ha ordenado que durante mes y medio no meta la pata, ‘oseasé’, que no la apoye. Así que para desplazarse necesita que le lleven en una silla de ruedas ,prestada, que no es de tracción a las cuatro ruedas;-)
Cuando ayer fue a visitarle, lo encontró sentado en un sillón, con la pata estirada (que no se malinterprete la expresión) Estaba rodeado del libros, periódicos y papeles, con el ordenador al lado para entretenerse, esperando la orden de salida y ‘pies para que os quiero’. El buen hombre me habló de dos ‘descubrimientos’ o experiencias que había obtenido de su paseo del sábado, en que, con la colaboración de su hijo mayor y su mujer, quiso ver el mar.
Me confesó que había sentido reticencia de que la gente le viera de aqueste modo, en silla de ruedas, y se fijaran en él. Admitía que era una solemne tontería, pero como las tonterías son libres, sea por coquetería o por vergüenza, él lo veía así. Para su extrañeza, comprobó que en este mundo que gira y gira, cada cual atiende a su juego y nadie repara en lo que sucede alrededor. Tomó nota y aprendió la lección.
Por otra parte, pudo comprobar las dificultades que deben soportar las personas que por accidente o desde el nacimiento, se ven obligadas a esa dependencia. En este caso sólo se trataba de caminar por una acera que bordeaba el mar y estaba pavimentada con trozos de pizarra de formas y tamaños diferentes, que hacían que el tracatrá y la ‘virulencia’ del vehículo, repercutiera en sus flojas nalgas. Su hijo cambió de sendero y se encontró con unas anchas planchas de cemento, separadas por franjas en los que se suponía debía crecer la hierba, pero lo que de verdad había era una hondonada donde se atascaban las ruedas del carromato. Total, que desistieron del paseo, volvieron al coche y se fueron a tomar un helado.
Moraleja:
Me lamentaba de no tener mejores zapatos,
hasta que vi a un hombre que no tenía pies
PROVERBIO JAPONÉS
hasta que vi a un hombre que no tenía pies
PROVERBIO JAPONÉS
Ayer domingo, el Náufrago quiso visitar a un amigo que ha sido operado de la pierna izquierda y el traumatólogo le ha ordenado que durante mes y medio no meta la pata, ‘oseasé’, que no la apoye. Así que para desplazarse necesita que le lleven en una silla de ruedas ,prestada, que no es de tracción a las cuatro ruedas;-)
Cuando ayer fue a visitarle, lo encontró sentado en un sillón, con la pata estirada (que no se malinterprete la expresión) Estaba rodeado del libros, periódicos y papeles, con el ordenador al lado para entretenerse, esperando la orden de salida y ‘pies para que os quiero’. El buen hombre me habló de dos ‘descubrimientos’ o experiencias que había obtenido de su paseo del sábado, en que, con la colaboración de su hijo mayor y su mujer, quiso ver el mar.
Me confesó que había sentido reticencia de que la gente le viera de aqueste modo, en silla de ruedas, y se fijaran en él. Admitía que era una solemne tontería, pero como las tonterías son libres, sea por coquetería o por vergüenza, él lo veía así. Para su extrañeza, comprobó que en este mundo que gira y gira, cada cual atiende a su juego y nadie repara en lo que sucede alrededor. Tomó nota y aprendió la lección.
Por otra parte, pudo comprobar las dificultades que deben soportar las personas que por accidente o desde el nacimiento, se ven obligadas a esa dependencia. En este caso sólo se trataba de caminar por una acera que bordeaba el mar y estaba pavimentada con trozos de pizarra de formas y tamaños diferentes, que hacían que el tracatrá y la ‘virulencia’ del vehículo, repercutiera en sus flojas nalgas. Su hijo cambió de sendero y se encontró con unas anchas planchas de cemento, separadas por franjas en los que se suponía debía crecer la hierba, pero lo que de verdad había era una hondonada donde se atascaban las ruedas del carromato. Total, que desistieron del paseo, volvieron al coche y se fueron a tomar un helado.
Moraleja:
Si en silla de ruedas vas,
no temas, amigo mío,
de viandantes las miradas.
Cada cual va a lo suyo...
¡Ah! Y ojito con la pata.
Comentarios
Tengo una amiga a quien operaron de la espalda. Cuando le comentó a sus amigos que para viajar a USA, adonde se graduaría su hijo, iba a pedir silla de ruedas, la miraron horrorizados. A ella no le importó y allá marchó.
Tiempo después su hijo le comentó que en los aeropuertos pasaba las aduanas rapidísimo porque tenía pasaporte diplomático, obtenido gracias a una beca del gobierno, a lo que ella le respondió que ella también porque iba en silla de ruedas.
Las ventajas de los inconvenientes.
Espero que tu amigo se mejore pronto, aunque es bueno también disfrutar del aprendizaje que le brinda su actual situación.
Un beso,
En primer lugar, me parece muy bien la decisión de tu amiga de ir los USA como le diera la gana. La que iba a viajar era ella, no sus amigos. que se llevaban las manos a la cabeza.Así fue a su gusto y además disfrutó de 'derechos' que a lo mejor no sospechaba.
Respecto de lo aprovechar las lecciones que nos proporcionan los 'incovenientes', también tiene las ventajas reflexionar sobre lo que nunca hubiéramos experimentado 'in situ' et 'in corpore'.
Se lo pasaré a mi amigo, aunque creo que está en ello.
Besos