Se llamaba Gigi, era rumano
¿QUÉ ESTÁ PASANDO?
Se llamaba Gigi, tenía 33 años, alto, fuerte. Había llegado a La Cabrera, un pueblo de la llamada ‘sierra pobre’ de Madrid , desde un pequeño pueblo rumano, Suati-Ialomita. Primero vino su hermano menor, Costel , más tarde Angélica, su compañera, y después él, el mayor, Gigi. Nada que ver con el Gigi de Dalida, aunque sí amigo de sus amigos. Había dejado la miseria en busca de un sueño: trabajar como albañil, ganar dinero, para enviárselo a su madre, allá en la Slobozia rumana.
El viernes pasado, iba a cumplir sus dos otoños en ese pueblo serrano. Era ‘noble’, una especie de Robin Hood, según su amigo de billar, Gustavo. Aquella noche estaba sentado en la plaza del pueblo, junto a su amigo Dumi, impedido de sus piernas tras caerse del andamio. Y es que la vida a veces hace extrañas jugarretas y a menudo le tocan a los mismos. Compartían una lata de cerveza, mientras hablaban de sus cosas. A nadie molestaban. Bueno sí, parece que a algunos, empapados de ron, vino, cervezas y ‘añadidos’, sin más forma de ‘divertirse’ que escupir sus odios y su mala baba le ‘molestaba’, aquel ‘rumano de mierda’. Así se lo dijeron aquellas jóvenes bestias entre 19 y 25 años, bravucones en camada.
Después de haber armado follones en varios bares, volvieron, cubata en mano y bidones de gasolina en la lengua: “ Te vamos a quemar, rumano de mierda’. “Tú, levántate”, gritaron a Gigi. Sin más, le dieron un puñetazo que le tumbó en el suelo. No le quemaron pero empezaron a darle patadas en la cabeza hasta aplastarle el cráneo. Dumi, lo vio todo, paralizado, agarrado a sus muletas, impotente. Cuando ya se marchaban mientras tocaba la cabeza de su amigo, uno de aquellos asesinos de vino y odio, se volvió y dijo a Dumi:
- “Tú, hijo de puta, llama a los médicos, que a ver si encima lo vamos a haber matado”.
Hoy, su hermano, trata de recoger los 7.000 euros que cuesta la repatriación. “Traédmelo a casa” dijo su madre cuando Costel, su hermano, le dio la noticia. Cuando la Asociación de vecinos llamó a la Mancomunidad de Servicios Sociales para lograr ayuda saltó un contestador donde se escuchaba que estaban de vacaciones.
¿Qué nos está pasando para que ocurran cosas cómo éstas? ¿Qué sociedad estamos creando que produce estos monstruos? Podemos pensar en una amplio abanico de elementos que están confluyendo y no podemos lavarnos las manos, porque las causas están en la casa, en la educación, en los medios, en las autoridades, en nuestros silencios, en el mirar para otro lado, en un mundo de diversión y violencia que poco a poco vamos construyendo. Me gustaría estar equivocado
Se llamaba Gigi, tenía 33 años, alto, fuerte. Había llegado a La Cabrera, un pueblo de la llamada ‘sierra pobre’ de Madrid , desde un pequeño pueblo rumano, Suati-Ialomita. Primero vino su hermano menor, Costel , más tarde Angélica, su compañera, y después él, el mayor, Gigi. Nada que ver con el Gigi de Dalida, aunque sí amigo de sus amigos. Había dejado la miseria en busca de un sueño: trabajar como albañil, ganar dinero, para enviárselo a su madre, allá en la Slobozia rumana.
El viernes pasado, iba a cumplir sus dos otoños en ese pueblo serrano. Era ‘noble’, una especie de Robin Hood, según su amigo de billar, Gustavo. Aquella noche estaba sentado en la plaza del pueblo, junto a su amigo Dumi, impedido de sus piernas tras caerse del andamio. Y es que la vida a veces hace extrañas jugarretas y a menudo le tocan a los mismos. Compartían una lata de cerveza, mientras hablaban de sus cosas. A nadie molestaban. Bueno sí, parece que a algunos, empapados de ron, vino, cervezas y ‘añadidos’, sin más forma de ‘divertirse’ que escupir sus odios y su mala baba le ‘molestaba’, aquel ‘rumano de mierda’. Así se lo dijeron aquellas jóvenes bestias entre 19 y 25 años, bravucones en camada.
Después de haber armado follones en varios bares, volvieron, cubata en mano y bidones de gasolina en la lengua: “ Te vamos a quemar, rumano de mierda’. “Tú, levántate”, gritaron a Gigi. Sin más, le dieron un puñetazo que le tumbó en el suelo. No le quemaron pero empezaron a darle patadas en la cabeza hasta aplastarle el cráneo. Dumi, lo vio todo, paralizado, agarrado a sus muletas, impotente. Cuando ya se marchaban mientras tocaba la cabeza de su amigo, uno de aquellos asesinos de vino y odio, se volvió y dijo a Dumi:
- “Tú, hijo de puta, llama a los médicos, que a ver si encima lo vamos a haber matado”.
Hoy, su hermano, trata de recoger los 7.000 euros que cuesta la repatriación. “Traédmelo a casa” dijo su madre cuando Costel, su hermano, le dio la noticia. Cuando la Asociación de vecinos llamó a la Mancomunidad de Servicios Sociales para lograr ayuda saltó un contestador donde se escuchaba que estaban de vacaciones.
¿Qué nos está pasando para que ocurran cosas cómo éstas? ¿Qué sociedad estamos creando que produce estos monstruos? Podemos pensar en una amplio abanico de elementos que están confluyendo y no podemos lavarnos las manos, porque las causas están en la casa, en la educación, en los medios, en las autoridades, en nuestros silencios, en el mirar para otro lado, en un mundo de diversión y violencia que poco a poco vamos construyendo. Me gustaría estar equivocado
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Comentarios
Asusta, claro que asusta lo que le ha sucedido a Gigi.
Acabo de venir de un blog, en el que estaban despotricando de los árabes y yo decía lo mismo que os voy a decir a vosotros. Se empieza por verlos raros, se sigue teniéndoles manía, luego odio, luego surge la xenofobia y finalmente suceden cafradas como la que contáis.
Es verdad que da miedo el mundo en el que vivimos, cada día más cruel y en el que cada vez hay más descerebrados sueltos.
¡¡Ojalá jamás os crucéis con un animal de esos!!
¡¡Pobre GIGI y todos los Gigis del mundo!!
Mil besos.
Hemos visto en tu blog,el 'ablogizaje' en este planeta tan variopinto.
Me gustaría decir que todo va bien, que progresamos, que somos amables, comprensivos, tolerantes, pero tengo la impresión de que cada día nos miramos más a nuestro querido ombligo.
Aprovecha tu 'optimismo'.
(Ah, y no te extrañe que las perritas hablemos. Tenemos mil formas de expresarnos y te aseguro que a pesar de los miles de siglos que hace que aparecimos en este planeta, seguimos siendo los mismos: fieles, amigos de nuestros amigos.)
Guauss cariñosos
Ni los animales hacen eso. Y después dicen vivir en un país "civilizado" del primer mundo.
Un beso,
Lamentable y despreciable es.No sé si confundimos 'civilizado' con aquellos países de mayor o menor Producto Interior 'Bruto'.
Desgraciadamente, estos 'inciviles' los hay en el primero,segundo y tercer mundo. Lo que si se debería cambiar la división de primeros o últimos, no por el simple nivel económico y los servicios de sus ciudadanos, por aquellos en que los valores humanos son más respetados.
Besos