Las ‘BATALLAS’ del abuelo Miguel

MÁS  SE GANÓ  EN CUBA...
A mi abuelo
El otro día el Náufrago se contó a sí mismo cómo había encontrado en una vieja carpeta, la “hijuela’ que la abuela materna había recibido como herencia de sus padres. ¡Todo un modesto ‘capital’ en enseres, tierras y animales! Pero no fue eso lo principal. Lo que verdaderamente le emocionaba era esa sensación de raíces no soñadas. Sólo cuando uno se aproxima a ciertos hitos, siente de una forma muy especial lo que el tiempo lejano guarda.

Hoy, en aquella vieja carpeta de pastas de cartón, atadas por unas cuerdas marrón que habían superado el paso del tiempo, encontró un papel con olor a viejo, que debía haber sido plegado en seis partes por unas manos arrugadas de ochenta años, como si fuera un tesoro

El membrete, en tinta azulada, titulaba:

ASOCIACION NACIONAL de CABALLEROS EXCOMBATIENTES de las CAMPAÑAS de ULTRAMAR
(
fechado en un 23 de Abril de 1956)

- El solicitante de nombre Miguel, daba cuenta de los datos de sus padres, su lugar de nacimiento y las causas y méritos de su solicitud. Como principal y gran mérito citaba su ‘grado’ de Soldado de Infantería, del histórico Regimiento del Duque de Saboya en que había servido a sus veinte años.

- En el apartado ‘posiciones o acciones en que había tomado parte’ figuraban los nombres de “Las Lomas de El Rubí”, “Cacarajicara”, “Río Hondo” y ‘Barias’ (sic) más”. En esta geografía de montañas y cañadas, allá por los años de la "guerra chica" y siguientes, el soldado Miguel había luchado contra las tropas de Martí y Maceo Grajales. Un parte oficial de guerra de la época, informaba de “87 bajas, entre ellas 13 muertos de los cuales dos eran oficiales”.
- En el apartado de aquel papel: “Cruces y recompensas que obtuvo”, escritas a mano, figuraban “dos cruces en Río Hondo”. Más abajo el papel preguntaba si en la actualidad tenía empleo o cargo, a lo que respondía un “NINGUNO”.

- En las últimas líneas se preguntaba: "¿Necesita ayuda?” a lo que seguía un “SÍ” y al “¿Por qué lo necesita?”. La respuesta además de dolorosamente real y casi ‘vergonzosamente’ expuesta, decía: “Por mis a chaques (sic) no puedo trabajar”. Él, que durante más de cincuenta años había trabajado en su modesto ‘Obrador’ donde confeccionaba, pastas, bollos maimones, mantecados, toda clase de pasteles y los días de fiesta recorría los pueblos cercanos para preparar los ‘menús’ de centenares de bodas...

¿Más se perdió en Cuba? Allí se ganó a hombres.

Comentarios

Entradas populares