De cómo Douce quebrantó el Artículo 11-2 de la Ordenanza Municipal

VELEROS  Y JARDINES

Buenos días, ínclitos lectores , si por ventura los hubiere:

Vamos a ver si nos aclaramos. Si el Náufrago no es ningún ‘lobo de mar’, ni yo, Douce la becaria, que tengo una mezcla de ‘perro de aguas’ y ‘no sé qué más’, según mi ‘vete’ ¿Qué mosca le ha picado a este náufrago de tierra adentro para que se pase el día “mirando al mar soñé…” como el de la canción?

Sea como sea, paradojas aparte, sucede que en muchos de nuestros paseos, de una forma u otra, acabamos junto al mar. ¡Ah, no caía, qué torpe! Me olvidaba que 'mediáticamente' somos isleños. No me percataba. Con esto de vivir ‘virtualmente’ me haga un lío: no sé cuándo estoy en tierra firme o en la isla virtual.

Vayamos al grano que es muy pequeñito y quiero despachar esta introducción lo antes posible. Porque - otra moda - ahora le ha dado porque sea yo quien haga las presentaciones de sus ‘safaris fotográficos’. El otro día bordeando la bahía, pasamos por delante de la Escuela de Vela y el Náufrago sintió la necesidad de ver los preparativos de una mini competición. El Centro tiene un nombre muy largo CEAR (Centro de Alto Rendimiento de Vela), de donde deduzco que se trata de adiestrar a los apasionados de la navegación a vela desde su más tierna infancia) A mí, que quieren que les diga, como dicen los navegantes, me trae al pairo, que no sé lo que significa, pero debe ser algo así como que “me la refanfinfla”.

Esto es lo que me pasó el otro día. Mientras el Náufrago sacaba ‘placas’ de los barcos de vela de los jóvenes que arrastraban sus balandros, cúters o como demonio se llamen. No estoy informada y me parece que el Náufrago tampoco. La nota del día la di yo. Resulta que ensimismado mi colega en tomar las fotos, como a mi eso no me interesaba un pimiento, crucé la carretera y me fui a un pequeño jardín que estaba en frente donde podía disfrutar de mis olores preferidos y hasta darme un que otro revolcón en la hierba fresca Cuando salió del embelesamiento fotográfico se dio cuenta que yo había desaparecido. Me llamó dos o tres veces, pero yo me hice la sueca, hasta que mi papá se dirigió a dos jóvenes azafatas y le dijeron que hacía poco habían visto a un perro blanco en el jardín de enfrente.

Me gané una reprimenda, hice como me enmendaría para la próxima vez, pero en el fondo pensaba que el verdadero responsable era él. ¿O es que no conoce las ordenanzas municipales al respecto?:

" El poseedor de un animal, sin perjuicio de la responsabilidad subsidiaria del propietario, será responsable de los daños, perjuicios y molestias que ocasione a las personas, cosas, espacios públicos y al medio natural en general." (Ordenanza Municipal. Cap. II, Art. II,2)
Y es que no se puede tener unos papás tan irresponsables… (Esto de vivir con humanos y sus leyes es un coñazo.Con lo bien que se vive a lo animal)


Vela
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