Douce tiene algo que decir

"ME ENCUENTRO RARA..."

Hoy ha sido un día raro, muy raro. Trato de escribir y se me cierran los ojos sin quererlo. Intento andar y mis patas apenas me sostienen y tengo que sentarme, descansar. Veo a mi papá que coge la correa y hace ademán de salir, me levanto instintivamente, camino hacia la puerta y me vuelvo para casa. Algo muy raro me está pasando, yo no perdono fácilmente un paseo pero no siento fuerza para salir. En casa todos me miman más de lo habitual, están pendientes de mí. Teresa me ha hecho una especie de cama en un rincón del sofá y luego me ha tapado con mi manta. Me siento rara. Quiero andar y enseguida me canso.

Ahora sé por qué ha sido. Esta mañana mi papá me llevó a otro ‘vete’ que me había observado la semana pasada. Me estuvo mirando la boca y le dijo que volviéramos hoy, temprano. Llegamos a la hora indicada, nos hizo esperar un poco y luego me subió a la camilla. Me pinchó en el lomo para que no le viera. Luego fuimos de nuevo a la sala de espera, el vete dijo a mi papá que esperáramos un rato y dejó una manta para que yo me acostara.

¿Qué cosa más rara? dije yo para mis adentros que empezaba a sentirlos raros, los ‘adentros’. Sin apenas darme cuenta, poco a poco, mis párpados me pesaban, mis ojos se me iban cerrando sin que yo pudiera impedirlo. No recuerdo más. Cuando me desperté me veía de nuevo encima de la camilla. Los míos no estaban allí. Sólo me acuerdo cuando volví a ver a mi papá y a Teresa. Los veía borrosos, mis patas flaqueaban y apenas podía andar. Subimos al coche y de nuevo me quedé dormida en el asiento.

Fue entonces cuando sentí todas las cosas que he contado al principio: “Hoy ha sido un día raro, muy raro”. Ahora ya han pasado algunas horas y ya ‘conozco’. He bajado dos veces al jardín pero enseguida he querido volver a casa, algo muy extraño en mí. No he querido preguntar qué me había hecho el ‘vete’, pero me lo imagino. Hacia ya algún tiempo que me dolía la boca, me costaba un poco masticar las ‘bolitas’ y sentía dolores pero nunca me he quejado. En mi ‘María-Moliner’ no aparece ese verbo: “quejarse”. Nosotros usamos mucho más el verbo ‘aguantar’. No es por hacernos los valientes, es que somos así: no sabemos conjugar eso que los humanos dicen a menudo: “Yo me quejo…” “No aguanto más”… “Estoy harto …”

Me ha dicho el ‘vete’ que mañana volveré a ser DOUCE. No sé que le ha dicho a mi papá de muelas y flemones… Pero a mí esas cosas no me importan, porque sé apañármelas sin molestar al personal: “Los perros y yo, somos así, Señores…”