Más luces en la sombra

EL PIQUETE QUE ASESINÓ A GARCÍA LORCA
Mariano Ajenjo. Jefe del pelotón
Hay hechos que cada vez que los evoco, algo o alguien los resucita, un revoltijo de pensamientos y emociones se apoderan de mí. Quizá sea que a los hijos de la guerra y postguerra han empapado nuestra niñez, nuestra adolescencia de temores y la han marcado con un sello indeleble. Ayer fue la lectura de un relato el que agitó el avispero de las emociones y las reflexiones.

Si hay un hecho que me haya marcado profundamente y siga sintiéndome incapaz de comprender y sobre todo asimilar, ha sido nuestra incivil guerra. Es la muestra fehaciente de lo que es el odio, el rencor, la maldad más rastrera del hombre, capaz de matar a sangre fría a un semejante que no tiene más ‘delito’ que el pensar y sentirle ‘diferente’. El asesinato de García Lorca, dos banderilleros y un maestro de escuela, por un piquete de seis hombres en una madrugada del 18 de agosto de un año de odio y sangre, es quizá el paradigma de una guerra incomprensible de la que aún quedan rastro a estas alturas o más bien fosas odiosas.

Si me ha afectado la lectura de un suceso que durante casi setenta y cinco años ha generado miles y miles de páginas, centenares de sospechas y dudas, miles de silencios, investigaciones, vidas casi enteras dedicadas a descubrir la verdad de los hechos, celosa y miserablemente callados o tergiversados, es porque ha sido el hecho más claro –u oscuro- de lo que fue nuestra guerra. El descubrir uno a uno nombres, sus orígenes, sus funciones, su participación en los hechos, señalar lugares, conocer ‘causas’, desvelar silencios, es como si se deshiciera el vacío, la inseguridad y la duda de todo misterio.

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Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Náufrago, gracias por subirlo. Me ha parecido muy interesante a pesar de que ya nos hemos imaginado estos momentos tantas y tantas veces (o por lo menos algunas)en ésta o en otras guerras...Es increíble pensar que ha ocurrido hace nada y tan cerca...Me da miedo y tristeza.

La luna que no vio Lorca aquella noche...se me ponen los pelos de punta...
María ha dicho que…
Seguramente, uno de los capítulos más negros de nuestra historia... no ya por la muerte en sí de varios hombre, de uno sólo, ya es una tragedia... sino por el punto de escarnio y venganza que significó esta ejecución...

A veces, las alimañas no soportan que los diferentes brillen... ¡¡¡ y mira que no brilló LORCA !! quizá eso les hizo crecerse en su miseria, pagara una estrella ¡¡vaya heroicidad!!... casi dan ganas de llorar y... ¡¡mira que han pasado años!!..

A mi el cómo y el quien, nunca me ha importando nada, únicamente me da una pena terrible pensar que alguien de verdad, necesite matar.. y que alguien deba morir por ello.


Gracias JULIO...

Lo que no imaginarían jamás sus verdugos es que a él... en realidad ¡¡jamás le mataron, ni le podrá matar nadie!! sus verdugos están... cada día más muertos...


Un beso para todo en la isla
Douce ha dicho que…
Campu, María

Creo que vuestros comentarios convergen en un hecho: una muerte increíble, como si hubiera alguna razonable, una muerte injusta, como si hubiera alguna justa, una muerte por el odio más rabioso, como si hubiera odios benditos...

Durante unos días, seguiré con él. Hoy he releído su "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías", que es como si fuera un presagio de la suya. En otro 'ruedo', a la misma hora, pero de la mañana... Hasta la luna aquel amanecer, no quiso verla. Aquella luna que tanto quiso y a la que había avisado de antemano:

"Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos..."

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"¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras

¡Que no quiero verla¡
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!"

Lorca no ha muerto. Hay un 'Ser' que siempre vive.
Campurriana ha dicho que…
Muchos de sus versos parecían premoniciones, negros presagios...

A mí me gusta esa luna a la que tantas veces canta Lorca. Lástima que no pudiese despedirse de ella con calma, con sosiego...

Gracias, Náufrago. Por recordármelo.

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