Las palabras y su vida
¡AH DE LA CASA!
Pues así es, hablamos y no reparamos en la vida que conforman las palabras, ni las historias que se esconden tras diferentes expresiones. Ocurrió que ayer, en una conversación a distancia, para llamar la atención de su destinatario, exclamó “¡Ah, de la casa!”, forma que los lingüistas llaman función ‘fática’, de contacto o vocativa. Pensó entonces cuál podría ser el origen de esta expresión ya en desuso.
Picado por la curiosidad empezó su averiguación. Con lo primero que se topó fue con la famosa Lingüística, ciencia que nunca le apasionó. Recordando tiempos escolares, como alumno o profesor, reconoció que tratar de explicar a chavales lo que el señor Jacobson había determinado como funciones del lenguaje, era tarea más que ardua y difícil de asimilar por una mente de 13 ó 14 distraídos años. Acordó que la expresión de marras pertenecía a la función fática o de contacto, por la cual se verifica que existe un canal abierto de comunicación.
Visto esto, supimos en qué circunstancias, en el pasado, se usaba esta expresión. Por ejemplo, cuando un barco se cruzaba con otro en alta mar de noche, o cuando alguien arribaba a una casa o alquería sin que se supiese si había alguien dentro, se solía usar expresiones como "¡Ah del barco!", o "¡Ah de la casa!".
No terminó allí la averiguación y se encontró con un soneto de Quevedo que ‘faticaba’ o contactaba amargamente con la vida:
Y así de la Lingüística a la Poesía, de la Poesía a la Comedia, gritó también “¡Ah de la curiosidad! ¿Do nos llevas? “
Picado por la curiosidad empezó su averiguación. Con lo primero que se topó fue con la famosa Lingüística, ciencia que nunca le apasionó. Recordando tiempos escolares, como alumno o profesor, reconoció que tratar de explicar a chavales lo que el señor Jacobson había determinado como funciones del lenguaje, era tarea más que ardua y difícil de asimilar por una mente de 13 ó 14 distraídos años. Acordó que la expresión de marras pertenecía a la función fática o de contacto, por la cual se verifica que existe un canal abierto de comunicación.
Visto esto, supimos en qué circunstancias, en el pasado, se usaba esta expresión. Por ejemplo, cuando un barco se cruzaba con otro en alta mar de noche, o cuando alguien arribaba a una casa o alquería sin que se supiese si había alguien dentro, se solía usar expresiones como "¡Ah del barco!", o "¡Ah de la casa!".
No terminó allí la averiguación y se encontró con un soneto de Quevedo que ‘faticaba’ o contactaba amargamente con la vida:
"¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde?Y avanzando en la historia y en la literatura, comprobamos que don Jacinto Benavente en su comedia picaresca “Los intereses creados”, pone en boca de Crispín, el supuesto criado de Leandro, estas palabras cuando reclama aposento gratis donde sus andanzas les han llevado, al hostelero florentino : “¡Ah de la hostería! ¡Hola, digo! ¡Hostelero o demonio! ¿Nadie responde? ¿Qué casa es ésta?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huído!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
Y así de la Lingüística a la Poesía, de la Poesía a la Comedia, gritó también “¡Ah de la curiosidad! ¿Do nos llevas? “
Comentarios
Digo yo que un buen ladrido lleva implícita la vocativa, ¿no es así querida Douce?
Lametones de Ro.
¡Ah de la isla! ¿Hay alguien ahí?
:)
Como ves se puede ampliar la anchura de las entradas y poner fotos algo más grandes, no las que el blog llama 'grandes', tienen que venir de un sitio externo.
Aprovecha el finde para refrescarte.
Os mantendré informados.
Por cierto, me gusta el nuevo saloncito al margen de esta incidencia.
Me he refrescado el finde pero ya tengo calor...bufffffffff
:)