Día mundial del Teatro

También nosotros en la vida montamos a diario nuestro espectáculo. No hay más que pasearse por la calle ... Ahí están esas dos mujeres: se encuentran, se paran , hablan , gesticulan, sonríen, muestran su asombro , su enfado... Allá en el banco dos ancianos de gesto pausado, repasan viejas anécdotas, critican o alaban al gobierno, se lamentan o vuelven la cabeza y del otro lado del banco hablan y sonríen a dos jóvenes muchachas. Y allá, en una esquina, hay una masa informe acurrucada, soportando el frío, con el rostro casi tapado con una vieja bufanda. Es la ‘pobre’ de la obra. No habla, no mira, no sonríe. Sólo calla y habla su soledad y su miseria .Pasan por delante de ella espectadores, que no ‘espectan’ nada. Ella sigue representando su papel en el teatro del mundo. Al lado, un cartel sobre un cartón: “ por fabor una limosna no tengo para comer ”. Y está el que toca el acordeón, y los que toman el sol, los que se acodan en la barra del bar y hablan de fútbol o de negocios. Actúan, mueven los brazos, gritan o hablan bajo... Y allí en una esquina un chico y una chica no pueden contener su ansia y se besan , se abrazan, sonríen y no acaban...
Y nacen nuevos premios de teatro. Y una revista creará el “I Premio de Teatro Valle Inclán”, y habrá jurados con miembros importantes y un actor, un director, o un autor recibirá una estatuilla original de Víctor Ochoa, mientras sigue trabajando en el torso de su tío abuelo. Y el actor premiado, se olvidará de momento de los 50.000 euros de su premio y levantará el trofeo de una Mari Gaila 'con su rotundidad, con su carnalidad, con su desgarro' y pensará por dentro durante cuánto tiempo seguirán luciendo para él las candilejas de los aplausos.
Y alguien gritará de nuevo. “Mucha mierda”
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Fotografía: Víctor Ochoa con su estatuilla para el "Premio Valle-Inclán" de Teatro
Diario El Mundo
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