Vacíos


Pues mira, Douce, mientras tú olfateabas, subías, bajabas y te revolcabas en el verde del Palacio de la Magdalena yo también aproveché para ‘fijar’ de alguna manera las sensaciones del paseo de esta mañana, en una serie de imágenes. Quería guardar un recuerdo de esta hermosa mañana contigo. Mientras tú te fijabas en tus amigos yo pensaba en otras muchas cosas que hay en la Magdalena. Admiraba y reflexionaba sobre lo que Agustín Ibarrola había querido representar en esas planchas de acero agujereadas, perforadas, que había elevado a la entrada del parque.

Esas planchas de metal habían sido perforadas por su pistola de acetileno y habían surgido estas siluetas de hombres y mujeres que un día no demasiado lejano fueron objetivo real de unos ‘patriotas’ que previamente se habían ‘ejercitado’ en otras siluetas parecidas a éstas en algún bosque del país vasco. Habían pensado en cómo crear también su ‘obra’ de muerte.

Estas siluetas que ahora aparecen desgajadas de la plancha de la vida y han creado el vacío de la muerte. Han dado lugar a la perforación del vacío por donde ahora se deja entrever el paso de nuestras vidas. Hoy ellas y ellos ya no están con nosotros, ya son eso, nada, vacío, un hueco en nuestras vidas. Un hueco que podría estar vivo , con sus nombres y apellidos. Se llamaban Miguel Ángel Blanco o Fernando Buesa o Gregorio Ordóñez o Francisco Tomás y Valiente o Mercedes Manzanares o Silvia Pino, o Ernest Lluch o Joseba Pagazaurtondúa, o Silvia Martínez... Se necesitaría unas planchas más grandes para destacar su vacío.

No sabemos si todos comprenden bien por qué perdieron su vida, la única que tenían. Vidas muy jóvenes algunas.Hubo quien se creyó con autoridad para fijar la fecha final y para otros siguen sin significar nada.

Quizá ellos pensaron que su vidas fueran algo más valiosas para que otros chalaneen con ellas.



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Agustín Ibarrola

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