Sinpaperlandia

Por fin aterrizó en Sinpaperlandia. No sabía bien si había descendido del avión o se había caído de un guindo. Le extrañó no ver ningún anuncio de compañías aéreas, ni de alquiler de coches, ni máquinas expendedoras de tabaco o de bebidas, ni siquiera un anuncio de Coca-Cola,

La amplia y bien asfaltada carretera que le conducía hacia el hotel, estaba rodeada de árboles, sin ninguna valla publicitaria. Cuando el taxista abría la ventanilla para respirar el frescor que provenía de los árboles cercanos pudo oír una música relajante , nada estridente, que se confundía con el rumor de las hojas de los árboles.

Llegó al hotel y notó un raro sosiego en el ambiente, la gente hablaba bajo y pausadamente. Nadie tenía prisa . La recepcionista le sonrió, tomó sus datos e hizo que un joven le acompañara a su habitación. Echó una ojeada rápida , los cuadros, el gran ventanal con cortinones que daba al jardín, las flores, la luz tenue que iluminaba la sala. El joven depositó su equipaje sobre una especie de mesita baja, le saludó y dejó que el recién llegado terminara su inspección.

Una música suave sonaba y una luz indirecta que se reflejaba en el techo creaba un ambiente especial de tranquilidad y acogida. En el cuarto de baño un gran espejo le devolvió la imagen de su cara que aún no se había repuesto de la sorpresa. A pesar del viaje, del trayecto en el taxi, las nuevas impresiones habían conseguido relajarle. Sobre una mesa , al lado derecho del ventanal había un gran florero con rosas recién cortadas, su olor impregnaba toda la habitación.

Se tumbó un momento sobre la cama. Recorrió con la mirada todo el cuarto en busca de algún aparato de televisión, conexión de internet, teléfono...Nada. Ninguno de esos aparatos que le parecían indispensables para vivir. Sobre la mesita encontró un folleto, al lado una jarra de agua y un vaso. Se sirvió y leyó el folleto:

En él le daban la bienvenida a Sinpaperlandia, el país, sin radio, sin televisión, sin publicidad, sin medios de comunicación... sin políticos.

“Hemos creado este país, seguía diciendo folleto, en el que sus habitantes pueden vivir su vida sin que nadie se la altere con noticias , con declaraciones de políticos, con programas de televisión, sin tertulias radiofónicas, con propagandas electorales, con llamamientos a manifestaciones, sin Congreso de disputados, sin cualquier cosa ajena a las necesidades personales de sus habitantes o que pueda alterar su tranquilidad , su bienestar y su paz interior.

Sea de nuevo bienvenido a nuestro país. Disfrute de sus bosques, de sus jardines , del mar, de la serenidad y la amabilidad de sus gentes. Si respeta nuestras costumbres, sentirá que su estancia entre nosotros será para usted y los suyos una ocasión singular de encontrar a los demás y encontrarse a sí mismo.

No se extrañe que no haya quioscos, ni emisoras de radio, ni cadenas de televisión, ni parlamentos . En Sinpaperlandia no los necesitamos. Simplemente no hay ‘noticias’, tan sólo hay una Noticia: “El hombre que prescinde de los ruidos se encontrará a sí mismo”.

El folleto se le cayó de las manos, la luz fue apagándose poco a poco... la música fue extinguiéndose y el viajero quedó profunda, serenamente sumido en el más reparador y hondo de los sueños...

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