Los juguetes y el contenedor

UNA CHARLA MATUTINA

Sucedió está mañana. Después de su ‘quehacer’, el Náufrago se dirigía a un encargo y antes se topó con un contenedor de la basura. Fuera del container, dejados por alguien, ‘yacían’ tres juguetes abandonados que ya no debían servir a sus usuarios. Mientras el Náufrago miraba a aquellos dos cochecitos, una ‘casa-seta’ y algunas bolsas, apareció un señor  que miró también la ‘mercancía’ y se le escapó un ‘¡qué pena!, cuánto desperdicio!’, o algo parecido. Aquel medio suspiro, no se sabe si de pena o de pesar por tanto despilfarro dio lugar a un encuentro que duró casi media hora.

El señor, bajito, gorra visera, ojos vivos, cara amable, junto al ¡qué pena! añadió: “Un único juguete tuve yo de pequeño, una paloma que al rodar movía sus alas”. Tras ello y hacer una reflexión sobre en qué mundo vivimos, fue desgranando su vida sin que nadie lo preguntara. “Me llamo – pongamos ‘Aurelio’ – tengo noventa años, fuimos nueve hermanos, mi padre era minero y murió joven a causa del grisú. Yo empecé a trabajar  los 14 años y he pasado mi vida en distintas minas leonesas y del Bierzo entre el carbón y el wolframio…"

Los juguetes y el contenedor: DOUCE
La conversación era un intercambio  de recuerdos, pero lo más interesante  era la ‘vida’ de ‘Aurelio’. Su charla era viva, fluida: su madre, sus seis hijos, sus nietos, sus aventuras en la mina... Iba desgranando  la vida de algunos familiares desperdigados por Chile y Argentina. Aquellos juguetes dejados  junto al contenedor habían dado lugar al 'análisis' de dos mundos. Un mundo del que no se quejaba, sino de lo que había generado el ‘nuevo mundo’. Ahora, a su edad  perfectamente llevada, pasa horas en el pequeño taller que ha montado en su casa y donde hace tallas de madera  y hasta alguna de sus obras la ha visto el Náufrago en alguna hornacina, de alguna ermita.


La charla fluida de Náufrago y ‘Aurelio’ quedaron citados  para otro encuentro si de nuevo, cualquier mañana, se encuentran en la  esquina del contenedor  que ambos, por razones diferentes, rozan en sus diferentes quehaceres .

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NOTA: El Náufrago no tenía a mano la cámara para fotografiar  los juguetes 'tirados' a la basura.  
Recordó que con  el móvil  podría recoger la imagen de los juguetes.
Su móvil no  es su 'especialidad'. Buscó todos los botones y no aparecía la 'cámara' del ojito.
Después de mucho teclear encontró el botón mágico
...Y respiró.

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