Sinfonía en SÍ mayor.
LA 'BUENA FE' DE UN JUEZ
La candidez del Juez Cazador es enternecedora y su inocencia encomiable. No sé a quién se le ha podido ocurrir que hubiera obrado ‘de mala fe’ y con ánimo de ocultar que estaba percibiendo otros sueldos además del de Juez de la Audiencia. Bastaba con que el Consejo Judicial se lo hubiera preguntado y él hubiera confesado la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad. Para eso somos jueces.
De ahora en adelante, en todas las causas que instruya el cándido Juez lo primero que preguntará a los encausados es si actuaron de ‘buena o mala fe’ en sus faltas o delitos. Bastará con que aseguren que obraron de buena fe e inmediatamente se dará por terminada la causa. Además podrán alegar que ignoraban que sus actuaciones fueran delitos. Al fin habremos encontrado la fórmula para que la Justicia funcione sin atascos.
Tal paz y tal sosiego han causado estas ‘poderosas razones’ en el ánimo del Náufrago que se ha puesto a oír esta música relajante. Tan bien se sintió, que creyó por un momento que ya había llegado al Paraíso prometido. Gracias, señor Juez, por aliviar mi conciencia de tantas faltas que cometí ‘de buena fe’, sin saber que actuaba de manera equivocada.
La candidez del Juez Cazador es enternecedora y su inocencia encomiable. No sé a quién se le ha podido ocurrir que hubiera obrado ‘de mala fe’ y con ánimo de ocultar que estaba percibiendo otros sueldos además del de Juez de la Audiencia. Bastaba con que el Consejo Judicial se lo hubiera preguntado y él hubiera confesado la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad. Para eso somos jueces.
De ahora en adelante, en todas las causas que instruya el cándido Juez lo primero que preguntará a los encausados es si actuaron de ‘buena o mala fe’ en sus faltas o delitos. Bastará con que aseguren que obraron de buena fe e inmediatamente se dará por terminada la causa. Además podrán alegar que ignoraban que sus actuaciones fueran delitos. Al fin habremos encontrado la fórmula para que la Justicia funcione sin atascos.
Tal paz y tal sosiego han causado estas ‘poderosas razones’ en el ánimo del Náufrago que se ha puesto a oír esta música relajante. Tan bien se sintió, que creyó por un momento que ya había llegado al Paraíso prometido. Gracias, señor Juez, por aliviar mi conciencia de tantas faltas que cometí ‘de buena fe’, sin saber que actuaba de manera equivocada.
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