Reflexiones con mi perra

Sebastián Garreton

A veces, pensando en el tiempo que pasamos dedicado a todas las cosas que nos rodean, las que vivimos y todos esos asuntos  con que nos saturan los medios, lo que surge de nuestras conversaciones, las que ocupan nuestros pensamientos, nos damos cuenta  y lo confundimos con lo que de verdad ‘somos’.

Hoy, fijándome en Douce, veo que no piensa en cosas externas que le condicionen sino que vive su vida, a su modo, tratando de no molestar  a los que la rodean. Hoy no tiene bien su estómago y no le apetece comer con lo comilona que ella es. Simplemente gira la vista hacia otra parte cuando se le ofrece comida. Espera o sugiere que necesita bajar y ‘curarse’ a sí misma comiendo hierba. Satisfecha esa necesidad, no pide nada más, a lo sumo se acerca en busca de una caricia. Luego, con el mismo talante de siempre, busca un rincón o un sofá donde descansar, medio durmiendo, sin un “me encuentro mal”, “si no hubiera hecho…”, “no sé cuándo se me pasará”… Esas cosas con las que nosotros damos a conocer nuestros males a los demás, simplemente para que  se enteren.

Hoy, después del barullo que nos rodea, repitiendo lo que hemos dicho mil veces en cómo saldremos de ésta, perdidos en un futuro que dibujamos de mil maneras y ninguna será cómo lo imaginamos, me encontré con un video y repasé una vez más el libro: “Palabras a mí mismo” de Hugh Prather donde siempre se descubre algo nuevo: