Los paseos de Douce

Pues ocurre que yo, Douce, espero los sábados, domingos y fiestas de guardar...- iba a decir como agua de mayo-, pero me retracto, hablaré de sirimiri, orvallo o calabobos que es más castizo. Hago alusión a la lluvia porque esta mañana que tocaba paseo- paseo. Iba decir otra cosa, pero como hay por ahí niños pequeños, me lo callo.

He de decir que hoy quiso el Náufrago que le acompañara, por aquello de quedar bien conmigo, porque a lo mejor si iba solo, lo aprovecharía para otros menesteres, verbigracia visitar un museo o dedicarse a sacar 'placas' mojándose bajo la lluvia. Este acuerdo tácito, no fue del todo satisfactorio, por lo menos para mí. Apenas salidos del vehículo porque parecía que había cesado el sirimiri tuvimos que regresar al coche. Él todavía podía ponerse la capucha de su 'semimperneable' y protegerse de las finas gotas que cada vez eran menos finas. ¿Y yo...? El previsor de mi papá, ni siquiera se había acordado de mi 'chubasquero' y aunque sea perra de aguas no me apetece demasiado empaparme, aunque si hay que empaparse me empapo. Soy muy sufrida. Total, que apenas nos dio tiempo
de acercarnos a la barandilla de la playa, ver a los surfistas y fotografiar a los pocos que por allí pasaban. 

Mirando al mar... ¿soñé?

Menos mal que a mí me dio tiempo a oler un poco y de paso 'hacer llover' en la hierba a mi canino modo . Si hay que llover, 'llovemos todos'. Por allí dejamos a los más atrevidos que gorra, camiseta y pantalón atlético se hacía sus millas de la mañana.

Corriendo bajo la lluvia
Después de esa intentona me llevó por una zona cerca de la playa llevado por la 'Nostalgia' que debe de ser una señora que le quiere mucho porque se la he oído nombrar más de una vez. Hete aquí pues que dando vueltas con el coche porque con el tiempo habían cambiados las direcciones de las calles, nos recorrimos toda la zona próxima a la playa. Una vez ubicado llegamos a su 'casa', Su 'casa' era el primer apartamento donde moró sus primeros años recién llegado a esta ciudad donde se dedicaría a su trabajo. Empezó a decirme - yo hacía como que le escuchaba - que el bloque de cuatro plantas había cambiado mucho. Hasta me contó que fue su 'nido' de libertad, de amigos, de trabajo y juergas. Quería contarme otras historias pero yo le dije que soy una perra y no 'escucha historias' de los años de las batallitas.

Lo aceptó y yo respiré tranquila. A mí no se me ocurre contar mi vida. Solamente le dije una cosa. "Mira, 'Naufra', a mí me pasan cosas y no voy contándolas por ahí. Voy a ser breve y te contaré algo que me contaron ayer a mí".

Para aguas mil...

-"Cuéntame", me dijo

No sé si lo sabrás, pero ya no está uno de mis mejores amigos. ¿Te acuerdas de Naguy, aquel perrito de patas cortas que siempre venía a saludarme con nuestro 'ritual cada vez que nos encontrábamos? Hacía ya varios días que no le veía y me dio en mi trufa que algo le pasaba, porque le gustaba mucho pasar por delante del jardín. Ayer Teresa me lo dijo y me contó que fue muy rápido, en apenas unas horas se le paró su corazón de perro. No se quejó, no quiso molestar a Elena y a sus papás. Aceptó su final, con la misma naturalidad, con que se despedía de mí después de nuestros encuentros. Una lección más que vosotros los humanos deberías aprender de nosotros. Me gustaría volver a jugar con él pero no voy a estar diciéndolo todos los días. Pensaré que en 'El sitio de siempre vivir' seremos amigos.

Y voy a dejarlo así, que me he puesto como el día, y todo por taparte a ti la boca con tus 'historias'.

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