Una visita inesperada


ELF
Fue anoche, a eso de las diez,  cuando se presentó en casa un personaje extraño. El Náufrago le vio y se quedó sorprendido:

“Soy Elf ¿no me conoces?”. El Náufrago le observó de arriba abajo. No podía responder que sí, pero había algo  que le impedía decir categóricamente no. Elf tenía cara de un niño de unos cuatro o cinco años, vestía un traje extraño: gorro, una especie de casaca roja ajustada por un cinturón, puñetas y solapas blancas  como de armiño, calcetines a rayas y una especie de botas puntiagudas recogidas hacia dentro.

- “Soy un Elfo, insistió, un ser un poco misterioso para ti, pero te conozco muy bien. Podría decirte que conozco toda tu vida aunque tú no me reconozcas. Podría incluso decir que soy tu pasado, vestido de esta guisa”


El Náufrago experimentó una sensación extraña que no sabría expresar. Por una parte sentía que era algo conocido, como si hubiera convivido con él durante mucho tiempo. Le sonaban sus ojos ingenuos, ligeramente asustados para su edad, pero su cara y su mirada eran dulces, parecía inocente… No llegó a decir ‘soy una parte de tu pasado’, pero es como si  considerara que podría tratarle de  tú. El Náufrago siguió preguntándose qué quería decir esa frase: ‘soy tu pasado’. Le intrigaba, pero tampoco le podía decir: “¿Y tú, tan pequeño,  qué sabes si podría doblarte en docenas y docenas de años?” Pero no lo hizo.

Elf, siguió delante de el Náufrago, sin sentarse. Sonrió y le preguntó: “¿Has visto eso que tú llamas ‘blog’? ¿No has visto algo nuevo debajo de  tus escritos diarios?”


El Náufrago movió la cabeza asintiendo, y reconoció que había visto una especie de hornacinas con textos que había escrito hace cuatro o cinco años, desde que se refugió en la isla, sin saber  por qué habían salido:

- Me ha gustado volver a leer ‘historias’ que ya había olvidado. ¿Tienes tú algo que ver en ello?, le preguntó, sin acabar de creer lo que le decía Elf.

- Ya te dije que además de mi nombre tengo un apellido: ‘Soytupasado’, lo sé todo de ti. Sólo te he recordado por escrito lo que tú has contado en tu ‘diario’. Lo otro también podría recordártelo, pero no lo reproduciría  aquí.

- Bueno Elf, creo que tenemos que charlar mucho tú y yo, aunque no lo escribiremos aquí ¿Te parece?

- De acuerdo, dejaremos que cada día te recuerde algunas de las cuatro mil trescientas páginas que has escrito en estos cinco años largos y el resto te las iré recordando yo de viva voz o de vivo recuerdo. Los comentaremos todos, tú y yo, lo doloroso y también lo feliz.

- Gracias Elf, estás en tu casa y hablarás con Douce. Ella es también un poco Elfa.   
 Esbozó una sonrisa y desapareció como había aparecido

Comentarios

Entradas populares