Nombres, hombres, sentires


El azar, el destino, la suerte, esas fuerzas con que nombramos las cosas que se nos escapan de las manos, me han llevado en estos días a encontrarme con distintos nombres, hombres. Algunos eran vagamente conocidos, otros me sonaban sin saber bien de qué, los había también, casi desconocidos. Me han llevado de su mano, los unos a los otros. Casi todos, dieron vida y aliento literario a esta ciudad en años duros, grises, enrarecidos aún por el miedo y por el odio. Años de larguísimo silencio. Años que van desde los 30 a los cincuenta y muchos.

Se reunían, charlaban, escribían, creaban revistas y ediciones, respiraban. Siempre los mismos nombres se repiten en los escritos de unos a otros: Hidalgo, Hierro, Maruri, Gullón, Cantalapiedra, Beltrán de Heredia, Diego, Mateo J. Rodríguez y tantos otros...

Con dos de ellos he pasado algunas horas estos días tan ruidosos, en cierto modo tan extraños, mientras unos trabajan, otros compran, unos pocos huyen de la ciudad para reunirse en las colas de la nieve... Cada cual es libre o se siente atado al duro banco del trabajo.

La voz que de momento he retenido, era una voz que no había oído antes y la encontré al final de un librito que Pablo Beltrán de Heredia escribió en recuerdo de Ricardo Gullón, de quien quizá hablemos en otro momento. La voz a la que me refiero es la de Mateo José Rodríguez, apenas conocido para los que no somos expertos literarios, pero en estos momentos me ha sonado con un personal acento.

EN MEMORIA DE RICARDO GULLÓN

Luchando voy contigo,
oh Dios, y no es en sueños;
despierto y angustiado,
sin tregua. Conociendo
tu signo de victoria
no puedo abandonar, porque soberbio
ordenas que existiera.
Por el dolor maltrecho, cercado de temores,
de sombras, de misterio,
me cierras los caminos
cuando pacífico en la Nada quiero
evitar la violencia de tu mano.
Porque tuyo es el tiempo
y el sitio de la guerra
me persigues si huyendo
aléjome de Ti ¡siempre conmigo,
señor de las promesa y del miedo!
Me infundes el valor
ardiente del guerrero,
me llenas de entusiasmo
y me pides que crea cuando sueño
para darme esperanza:
el sudario piadoso de los muertos.


Mateo José RODRÍGUEZ

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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