Una mañana de otoño

LAS URGENCIAS DE UNA BECARIA

Buenas tardes. Aquí me tienen, yo, Douce, la Becaria de esta bitácora, blog o lo que sea, porque esto de usar palabras ‘USA’ es como si  no supieras qué significan. Vivimos de prestado. Vayamos al grano que eso sí lo entendemos perfectamente.

Normalmente, cuando hablo del Náufrago de esta isla,  me burlo amistosamente de él y le saco los colores. Bueno, no demasiados. Hoy voy a hablar bien de él porque se lo merece. Empecemos. Esta mañana, muy temprano, era todavía de noche, no serían aún  las siete de la mañana fui cuidadosamente a la cama del Náufrago que andaba en no sé que sueños. Yo, aunque apurado, no quise molestarle y me puse a su lado, enseguida salió de sus ensueños y se dio cuenta que yo andaba por allí con cierta inquietud. Me puse del otro lado mientras él me acariciaba, pero enseguida se dio cuenta que no se trataba de eso precisamente sino algo más surgente. Me baje de la cama y empecé a dar vueltas algo nerviosa. El Náufrago y yo no necesitamos palabras para entendernos, conocemos perfectamente nuestro ‘Morse’. Son miradas, gestos, tiempos…

Al fin, entendió lo que quería, se levantó, y algo grogui, bajamos a los jardines. Enseguida, a medio oscuras seleccionaba las hierbas que me convenían. Las conozco a todas y sé los sitios donde están las mejores. Él miraba medio dormido, mientras yo iba y venía. No había demasiadas porque hacía poco habían pasado los señores amarillos y verdes con sus máquinas que se cepillan a mis amigos los tréboles, las margaritas, los meacamas, las espigas y por supuesto mis yerbas. Terminé mi ‘desayuno’ en el jardín de la casa y me quedé tranquila. Yo no necesito a ningún herbolario para saber lo que me  conviene. Así terminó el ‘desayuno’ y ambos dos volvimos a la cama.

No termina aquí la loa del ‘Náufrago que madrugó en otoño’. Más tarde, serían ya las once me invitó a ir a despedir a las playas y allí fuimos, a ‘nuestra’ cala. Cuando llegamos la marea estaba muy alta y apenas había playa. Sólo había cinco o seis personas, la mar estaba un poco agitada y eso le hizo desistir por dos razones. El poco sitio ‘libre’ y las olas un poco soliviantadas. Como la mañana estaba agradable y la mar preciosa, plateada, pensó que daríamos una vuelta al cabo y de paso yo iría de un sitio para otro mientras él disparaba con su máquina a todo aquello que le guiñaba un ojo.

Aquí dejamos el resultado,  yo apaciguada y él satisfecho.



Comentarios

Campurriana ha dicho que…
Precioso paseo por lares que he conocido recientemente. Ya deseo regresar...(siempre lo digo)
María ha dicho que…
Mmmm si parece verano, verano... qué envidia, aquí hasta el viernes hemos tenido un tiempo precioso el sábado nos llegaron los coletazos del Isaac que barrió EEUU y ¡¡zaass!! se nos hizo otoño de repente.

Muy bonitas las fotos ¿por cierto? ¿qué son esos candados que cuelgan de una cuerda en una de las fotos? ¿Y esa cara en la roca? lo sé soy muy curiosa... no tengo arreglo:))

DOUCE ¿te quedaste a gusto? es curioso como los perros sabéis lo que tomar para purgaros... si es que vais a ser bastante más listos que los humanos... sin duda :-)



Un beso graaaaaaaande y dulces sueños de mar.
Douce ha dicho que…
Campu,

Sigue siendo hermosa esta bahía que conoces, en sus tiempos bravos y en sus momentos bellos. Hablo sobre todo de la ciudad hacia el mar y la bahía. Ayer estaba verdaderamente hermosa.

Vuelve cuando quieras. No soy de aquí, pero sé que el azar me trajo aquí y confieso que he tenido suerte.

Mis amores están en otra ciudad, pero aquí me siento bien. Es la ciudad de Douce.
Douce ha dicho que…
María,
Pues sí, María, soplaba un leve viento pero el mar estaba iluminado por un sol que hacía un mar de plata. Íbamos con idea de celebrar uno de los últimos baños de la teporada. Las grandes mareas de septiembre nos dejaban un sitio pequeñito y no quisimos molestar a los pocos bañistas que ocupaban nuestra ‘caleta’. Rodeamos el cabo, yo subía y bajaba… me perdía a veces, mientras el Náufrago plasmaba el mar y sus alrededores.

Cuando llegamos al alto desde se veía la Playa que llaman de Mataleñas, mientras él se sentaba en un banco yo me paseaba entre esos candados ‘amorosos’ que ahora puedes encontrar en muchas ciudades.’Copiones’.

El origen, por lo que sé, la moda de poner candados con los nombres o iniciales de los enamorados se inició en el Puente Milvio en Roma en una farola…La ceremonia se hacía cerrando el candado dar la vuelta y tirar la llavecita al Tiber. La farola cayó también al río con el peso de tanto metal enamorado. Ahora, como viajamos mucho y somos muy copiones se ha extendido por un montón de ciudades. Aquí en Santander hay dos lugares: un puentecillo en el parque, y esta mirador cara al mar. La leyenda dice que si cumples ese rito nunca te separarás de la persona que quieres. Lo que no dicen, cuántos han vuelto a recoger la llave que se la llevó el mar o el río…

Lo de la ‘cara’ de la roca fue una ‘visión’ que imaginó él Náufrago. A lo mejor se pone de moda y le ponen el mote “El Diablo de la Roca”… Nunca se sabe. Lo descubrió Douce mientras olía entre los zarzales.

Yo, Douce, quedé como nueva

Nuestros Guauuuus más felices
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Aquí puedes ver la 'historia' del Puente Milvio:

http://www.youtube.com/watch?v=PJ6xAXXEahk
Campurriana ha dicho que…
A mí, cuando lo vi, me pareció la cara de un mono o un gorila...
Curioso.
Douce ha dicho que…
Campu,

Si te digo la verdad, he pasado por ahí cientos de veces y sólo ayer cuando vi la foto 'vi' algo. Me fijé, y veía algo que no sabía bautizar, pero me parecía una cara.La verdad es que fijándose más, esas 'cejas' pronunciadas, tienen más de simios que de homínidos.

Probablemente es que estamos regresando...:-)

Buenas noches

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