La soledad del ruido
Vista
la ‘pesadez’ de las mismas noticias que a fuer de tanta reiteración
hartan, el Náufrago se dijo a sí mismo
que era la hora de dedicarse a otros menesteres pero no comentar eso que llaman
‘noticias’ que son más viejas de tanto manosearlas. Abrió entonces el libro del
“Cazador de instantes” que por lo menos le ofrecería algo realmente ‘nuevo’.
Abrió una página al azar y encontró esta ‘pieza’ cazada:
“La abrumadora información a que se nos somete a cada instante embota el cerebro y adormece la sensibilidad. Deberíamos administrar la ignorancia contra la tiranía de los informados.
LA IGNORANCIA
Pensó en dejar de depositar en la Isla la ‘botella’ nuestra de cada día.
Llevaba oyendo no sé cuantos días un asunto que había revuelto a media España o
más y el Náufrago mismo había bromeado
con el “Ronaldo está ‘triste’, que
tendrá mi Ronaldo”. Sentía vergüenza ajena de hablar de un divo que da patadas
al balón, se engomina el pelo, exhibe
sus músculos de hierro y a veces desafía a las muchedumbres. Pero apareció un
título: “La soledad del Divo” y una entradilla que decía: Cristiano lleva en Madrid una vida de aislamiento /Pide la comida a domicilio / Se entrena solo en el gimnasio de su casa.
¡Toma!,se dijo, ¿y si hay algo más que dinero, hastío, cansancio, capricho de niño mimado? En el artículo recogía el ‘gorjeo’ de su Twitter y su ‘orla’ Facebook medios de comunicarse desde su soledad:
«Me siento triste y, al expresarlo, se ha creado un gran revuelo. He sido acusado de querer más dinero, pero algún día se demostrará que no es así. Sólo quiero garantizar a los fans del Real Madrid que mi motivación, mi dedicación y mi deseo de ganar todas las competiciones no se verán afectados. Tengo demasiado respeto por mí y por el Real Madrid como para dar menos de lo que soy capaz. Abrazos to all madridista».
Se diría que lo tiene todo y algo más pero no tiene lo principal no se
tiene a sí mismo y se siente solo, aunque aparentemente está ‘acompañado’, demasiado ‘acompañado’ quizá.
Su necesidad constante de ser querido que no lo colman los aplausos, ni los
goles, y de la falta de control sobre la repercusión de sus acciones ,
huye de los restaurantes donde acudía, y
pide que le lleven la comida a casa, sale de una función teatral en el descanso. Él y su pareja abandonan la platea a la carrera porque
no soporta tanta mirada y tanta foto.
Su mundo es su gimnasio donde se entrena, su necesidad el ser querido lo
indica su vida desde que dejó Madeira y se trasladó a la capital fue todo un
esfuerzo para que los compañeros no se mofaran de su acento isleño. Como dice
el autor del artículo “Posiblemente, ello alimentó su lucha contra todos, pero
dejó sin resolver la que cualquiera libra consigo mismo”. Diagnóstico que corroboran los psicólogos: “un
trastorno narcisista de la personalidad, que se caracteriza, fundamentalmente,
por la exigencia de una admiración excesiva, expresada de forma soberbia y
arrogante”.
El Náufago ya no se burlará del Divo, más bien sentirá lástima de ser así las cosas y le deseará otros rumbos. Difícil
Comentarios
Jo!
Quizá deberíamos pensar si también nosotros estamos 'tristes' y vivimos de los y las que salen en las fotos, se habla de ellos en las tertulias que 'salvan', los que meten goles, los que posan por las playas y los saraos, o dirigen barcos de lujo...
¿Nos 'tenemos' a nosotros mismos?
Saludos, Pensadora
Si generalizamos, lo miramos "democráticamente" y hacemos caso a las estadísticas puesto que es un alto porcentaje de la población el que acabo de describir: no Douce, lamento comunicarte que no nos tenemos a nosotros mismos.
Particularmente no me encuentro en esa situación (¡suerte que tengo!) y tiene usted pinta de que tampoco.
Saludos a tí y tu náufrago.