Lhasa de Sela
LA VOZ SEGADA
Esta isla, afortunadamente, no está aislada, por paradójico que parezca. A menudo llegan aquí decenas de botellas con otras tantas sugerencias. Algunas de ellas aparecen luego en este cuaderno de bitácora. Hace algunos meses, llegó hasta esta playa, un regalo. Se llamaba Lhasa de Sela. El Náufrago nunca había oido ese nombre, pero se detuvo y escuchó aquella voz de la que brotaba un tono especial, sencillo y al mismo tiempo hondo, como si viniera de tiempos lejanos. Su voz sonaba profunda, cálida, apasionada, dulce y al mismo tiempo turbadora.
Hace unos días, a principios de mes, la misma mensajera me comunicaba que Lhasa la tierna, la fuerte, la misteriosa, la familiar había muerto. Un cáncer había segado sus jóvenes 37 años.
Había vivido una existencia peculiar, nómada, recorriendo en el autobús familiar todos los Estados Unidos y México. En él viajaban sus padres, sus 9 hermanos y hermanas. El propio autobús le servía de casa y taller de ensayo donde ella y sus hermanos improvisaban pequeñas obras de teatro. Más tarde crearía su propio espectáculo y sus canciones. Cantaba en inglés, en francés o en español. Su primer álbum se llamó “Llorona” (1997), le encantaban las canciones mexicanas y las voces de artistas chilenos como Víctor Jara o Violeta Parra a quienes pensaba dedicar su cuarto álbum después de The Living Road (2003) y el último Lhasa (2009)
Hoy, un ‘alumno y amigo’ me escribía esto: “En RNE he escuchado y me ha llamado la atención la cantante LHASA DE SELA, que ha fallecido a primeros de enero y tiene unos temas muy sencillos y bonitos en francés, que es lo que yo escuché, lo hace en inglés y castellano”
Su sugerencia ha servido para elegir dos de sus canciones, que saborearemos el próximo día, en nuestra 'clase'.
Web de LHASA DE SELA
Esta isla, afortunadamente, no está aislada, por paradójico que parezca. A menudo llegan aquí decenas de botellas con otras tantas sugerencias. Algunas de ellas aparecen luego en este cuaderno de bitácora. Hace algunos meses, llegó hasta esta playa, un regalo. Se llamaba Lhasa de Sela. El Náufrago nunca había oido ese nombre, pero se detuvo y escuchó aquella voz de la que brotaba un tono especial, sencillo y al mismo tiempo hondo, como si viniera de tiempos lejanos. Su voz sonaba profunda, cálida, apasionada, dulce y al mismo tiempo turbadora.
Hace unos días, a principios de mes, la misma mensajera me comunicaba que Lhasa la tierna, la fuerte, la misteriosa, la familiar había muerto. Un cáncer había segado sus jóvenes 37 años.
Había vivido una existencia peculiar, nómada, recorriendo en el autobús familiar todos los Estados Unidos y México. En él viajaban sus padres, sus 9 hermanos y hermanas. El propio autobús le servía de casa y taller de ensayo donde ella y sus hermanos improvisaban pequeñas obras de teatro. Más tarde crearía su propio espectáculo y sus canciones. Cantaba en inglés, en francés o en español. Su primer álbum se llamó “Llorona” (1997), le encantaban las canciones mexicanas y las voces de artistas chilenos como Víctor Jara o Violeta Parra a quienes pensaba dedicar su cuarto álbum después de The Living Road (2003) y el último Lhasa (2009)
Hoy, un ‘alumno y amigo’ me escribía esto: “En RNE he escuchado y me ha llamado la atención la cantante LHASA DE SELA, que ha fallecido a primeros de enero y tiene unos temas muy sencillos y bonitos en francés, que es lo que yo escuché, lo hace en inglés y castellano”
Su sugerencia ha servido para elegir dos de sus canciones, que saborearemos el próximo día, en nuestra 'clase'.
Web de LHASA DE SELA
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