Una mañana en el Conservatorio de Música
EL SOLAR DE LOS GATOS

Ayer
visitamos un nuevo parque, que ni él ni yo habíamos hollado. Lo que ocurre es que
el parque donde está instalado el conservatorio de música hay más cemento que
espacios verdes, aunque quedan. Entramos y al primero que saludamos fue a un
señor de pelo largo sentado sobre una roca. El señor como luego me comentó el Náufrago
se llamaba Jesús de Monasterio, violinista, director del Conservatorio Nacional
de Música, músico de la Real Capilla y académico y más títulos que a mí no me
dicen mucho, pero sí él lo copia…
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Jesús de Monasterio |
Anduvimos,
mejor dicho, olí a mi gusto, vimos los restos de botellón que por los rincones habían dejado
los hijos de la juerga y en la vuelta del edificio del Conservatorio vimos, ‘oh sorpresa’, un grupo
de gatos y gatitos de todos los colores y edades, tomando el sol tranquilamente.
Serían unos diez, más o menos, porque luego vimos que algunos de ellos se metían por una especie de cueva.
Yo me
mostré prudente, no es porque hicieran
algún ademán de protección, el sol les mantenía tumbados en la hierba, algunos daba algunos
paseos y los más pequeños jugueteaban entre sí. Los miramos, nos miraron, sin
hacer el menor gesto de proteger el territorio. Espléndido por
cierto. Seguimos el paseo y me encontré con varios congéneres, unos amistosos y
otros que iban a su bola. Es lo que me gusta a mí de estos paseos. No hay
barullo, ni molestias, todo el mundo se respeta o juguetea si le place y cada cual pasea según sus gustos.
Comentarios
¡Ay si los humanos aprendieran de nosotros!
¡Miiiaaaauuuuu!
Todos los días le leería la cartilla, pero no necesito decirle nada. Actúo.
Poco a poco me entiende. No se necesita hablar ni dar sermones:
Vive y aprenderás'
'Vive y enseñarás'
¡Guauuu! Bonsoir, Bonne nuit