Desde Peña Cabarga


Desde el monumento al indiano
en la cima de Peña Cabarga
se divisa una de las mejores panorámicas de la región.
By DOUCE
Pues resulta que este Náufrago ha decidido sentirse nuevo, ajeno a la prosodia cotidiana e inventarse unos días que sean un poco más novedosos. Le agobian las rutinas. Yo le observo y callo, porque cada día es para mí una novedad. Para servidora,  afortunadamente,  no existe el ayer  y mucho menos se me ocurre en pensar en futuros que no existen. En fin, que yo tengo  un sentido de lo que es la vida, diferente del de los humanos. Ni miro para atrás y tampoco me planteo ningún mañana. Dicho eso, desde mi canina filosofía, no encuentro óbice, cortapisa ni valladar alguno  si hay que introducir novedades en mi cotidiana vida.

Si ayer dimos un paseo en torno a la bahía hoyando nuevos senderos, hoy tampoco he puesto ninguna traba para subir 563 metros sobre el nivel de nuestra bahía  y poder ver desde allí la ciudad, los montes que nos contemplan  y hasta hemos visto las nieves que se encuentran bastantes lejos. A mí todo lo que sea oler, perderme entre las matas, revolcarme en la hierba y aparecer luego con las patas sucias por hacer atravesado una pequeña charca, me parece una hermosa novedad.

Así hemos disfrutado de una parte de la mañana. Estábamos en el mejor  mirador, ora hacia el Norte donde la ciudad se convertía en un Belén navideño, ya sean los montes nevados del sur o el valle donde se asienta Solares. Me ha sabido a poco nuestra estancia porque yo me pasaría horas hoyando senderos, subiendo a las rocas y de paso meter las patas en los charcos. 

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