Entre papeles y humores varios
ESCENAS DE LA VIDA COTIDIANA
Imaginemos, no es nada difícil hacerlo, que un probo ciudadano decide una mañana realizar unas cuantas gestiones que ha ido retrasando por pura pereza. El que sea probo no impide que la vagancia se apodere de él para algunos menesteres, por ejemplo rellenar formularios, solicitar las facturas que reclaman los susodichos o remitir por fax alguno de los cumplimentados. La maldita pereza de repetir datos de los que ya dispone quien los reclama.
No sabe si un país, que se tiene por medianamente avanzado, supone tantas idas y venidas , colas , soportar personas con diferentes humores que repiten "le falta este dato", "vuelva usted mañana", "tendrá que firmarlo el..." Hacer tres'gestiones' puede significar media mañana yendo de acá para allá
Si hay suerte la señorita que debe darle una factura, gordita, sonriente, amable, eficaz , le da el papel con su correspondientes sellos, CIFs y demás requisitos. Se ve que le gusta despachar facturas. Una vez 'facturado', supongamos que el animado ciudadano se dirige a los despachos de una Entidad estatal. De las funcionarias , cinco, una va atendiendo una a una las personas que forman una ordenada y silenciosa cola. Las tres del fondo, se supone que no están leyendo el periódico por Internet, ni están escribiendo un mensaje al novio, marido o simple compañero, ni llamando por teléfono a la asistenta indicándole que apague la lavadora cuando termine la faena. La de la lavadora.
Mientras una de las funcionarias que dan la cara al público atiende a su juego, la otra que tiene otra cola, con perdón, más chiquitita, hace unas indicaciones secas , desabridas, a una señora que no debe haber rellenado bien su papelito. Entonces se dirige al probo ciudadano que espera, y que ya ve cómo se las gasta la funcionaria B. Pide un impreso lo rellena, y al ver que para que le devuelvan el 10% de la factura que acaba de recoger, no tiene a mano los datos del entidad bancaria , tímidamente le pregunta si esos datos no estarán en la base de datos de operaciones anteriores similares. La funcionaria B, hace funcionar el mal humor que la adorna y dice que tiene otras cosas más importantes que hacer y con muy malos modales accede a pinchar una tecla para tener esos datos. El ciudadano se contiene y no coge el dichoso formulario y se va, cosa que le pide el cuerpo.Reflexiona un momento, se come su orgullo, y deja que la Malhumorada B, de manera displicente, le proporcione los datos que una simple tecla ha puesto delante de sus ojos.
Más relajado, se va hacer el último trámite, el 'faxeado' de otro papelín . El local de fotocopias y faxes es un cuartito bien aprovechado, lleno de varias fotocopiadoras , ordenadores y equipos emisores de de 'fax' o facsímiles. El tal negocio está dirigido y montado por tres mujeres, que por su acento y aspecto, deben ser ecuatorianas o colombianas o un país semejante. Su trabajo es eficiente, su trato correcto y el servicio inmediato aunque deben atender a varios clientes.
El ciudadano no hace más que comprobar la realidad cotidiana: la gente que te hace la vida agradable y a los que parece que la vida está en deuda con ellos y se lo cobran a quien no se lo debe
Imaginemos, no es nada difícil hacerlo, que un probo ciudadano decide una mañana realizar unas cuantas gestiones que ha ido retrasando por pura pereza. El que sea probo no impide que la vagancia se apodere de él para algunos menesteres, por ejemplo rellenar formularios, solicitar las facturas que reclaman los susodichos o remitir por fax alguno de los cumplimentados. La maldita pereza de repetir datos de los que ya dispone quien los reclama.
No sabe si un país, que se tiene por medianamente avanzado, supone tantas idas y venidas , colas , soportar personas con diferentes humores que repiten "le falta este dato", "vuelva usted mañana", "tendrá que firmarlo el..." Hacer tres'gestiones' puede significar media mañana yendo de acá para allá
Si hay suerte la señorita que debe darle una factura, gordita, sonriente, amable, eficaz , le da el papel con su correspondientes sellos, CIFs y demás requisitos. Se ve que le gusta despachar facturas. Una vez 'facturado', supongamos que el animado ciudadano se dirige a los despachos de una Entidad estatal. De las funcionarias , cinco, una va atendiendo una a una las personas que forman una ordenada y silenciosa cola. Las tres del fondo, se supone que no están leyendo el periódico por Internet, ni están escribiendo un mensaje al novio, marido o simple compañero, ni llamando por teléfono a la asistenta indicándole que apague la lavadora cuando termine la faena. La de la lavadora.
Mientras una de las funcionarias que dan la cara al público atiende a su juego, la otra que tiene otra cola, con perdón, más chiquitita, hace unas indicaciones secas , desabridas, a una señora que no debe haber rellenado bien su papelito. Entonces se dirige al probo ciudadano que espera, y que ya ve cómo se las gasta la funcionaria B. Pide un impreso lo rellena, y al ver que para que le devuelvan el 10% de la factura que acaba de recoger, no tiene a mano los datos del entidad bancaria , tímidamente le pregunta si esos datos no estarán en la base de datos de operaciones anteriores similares. La funcionaria B, hace funcionar el mal humor que la adorna y dice que tiene otras cosas más importantes que hacer y con muy malos modales accede a pinchar una tecla para tener esos datos. El ciudadano se contiene y no coge el dichoso formulario y se va, cosa que le pide el cuerpo.Reflexiona un momento, se come su orgullo, y deja que la Malhumorada B, de manera displicente, le proporcione los datos que una simple tecla ha puesto delante de sus ojos.
Más relajado, se va hacer el último trámite, el 'faxeado' de otro papelín . El local de fotocopias y faxes es un cuartito bien aprovechado, lleno de varias fotocopiadoras , ordenadores y equipos emisores de de 'fax' o facsímiles. El tal negocio está dirigido y montado por tres mujeres, que por su acento y aspecto, deben ser ecuatorianas o colombianas o un país semejante. Su trabajo es eficiente, su trato correcto y el servicio inmediato aunque deben atender a varios clientes.
El ciudadano no hace más que comprobar la realidad cotidiana: la gente que te hace la vida agradable y a los que parece que la vida está en deuda con ellos y se lo cobran a quien no se lo debe
Comentarios
Hay gente, en general, es decir que pueden ser amigos, familia, conocidos o ajenos a nosotros, con los que entablar algún tipo de conversación sabes por regla general que va a terminar feo.
Pero tal como apunta el ciudadano, la mayoria de veces resulta que quién te trata mal, lo hace primero consigo mismo. Estar bien con uno/a es la base, comprobado.
Alrededor de las 11 de la mañana entro en una modernísima farmacia que funciona 12 horas. En mi oreja derecha, el teléfono móvil esperando que me den el nombre de unos encargos. Doy los buenos días a las dos personas con las que me cruzo quienes,con sus batas blancas y sin responderme, se quedan fuera fumado su cigarrito.
Detrás del amplísimo mostrador, la "Lda." y otra pupila, muy atareadas ambas informando de datos al ordenador, tampoco responden a mi saludo. En ese momento llega a mi oreja el nombre de los encargos, que repito en voz alta y anoto en un papel.
A mi "disculpe, por favor, ¿me puede atender?" no hay ni siquiera un mínimo pestañear de nadie. Así que recojo velas (mi bolso) y me voy sin decir ni pío, prometiendo solémnemente no volver a poner un pie en semejante sitio de sordos, mudos y ciegos maleducados.
A los cinco minutos estoy charlando animadamente con Antonio y Desirée, su mujer francesa, en la pequeña farmacia donde llevo 25 años comprando el esparadrapo, las tiritas, la mercromina, aspirinas y otras "inas" más complicadas, con horario y guardias de toda la vida.
El primero es un chiste de Forges, antiquísimo, pero no menos verdadero. Un ciudadano va a un ministerio y entra en el ascensor. El ascensorista (fíjate si es antiguo el chiste)le pregunta a qué piso va, para darle al botón. El ciudadano responde: «Me da igual. Dele a culquiera, porque vengo dispuesto a perder toda la mañana...»
El segundo es reiterar mi convicción de que la humanidad se divide en dos clases de personas: las que crean los problemas y las que los resuelven.
Menos mal que aún nos queda el derecho al pataleo