"¿ Qué tal?.... Bien, ¿o te lo cuento?"

DIÁLOGOS DE DON UNO Y DON OTRO

  • Don OTRO.- Hombre, don Uno, no esperaba encontrarle a usted por la ciudad, no me parece que sea usted muy amigo de pasearse.

  • Don UNO.- Usted tampoco se prodiga demasiado, por lo que usted me cuenta. Yo creo que a los dos nos pasa un poco como a Mafalda: “ Amo a la Humanidad, lo que me molesta es la gente”.

  • Don OTRO.- Algo de eso hay. Me pierdo por la ciudad para hacer las cosas más imprescindibles, pero no suelo entrar en una cafetería por entrar, salvo que encuentre un amigo como usted, voy a una librería a echar una ojeada a los libros que llegan, pero no suelo pasear por el simple placer de pasear.

  • Don UNO.- Creo que en eso coincidimos bastante. Si me apetece pasear prefiero cualquier lugar de la periferia y tengo la suerte de vivir en una ciudad que tiene ‘periferias’ de todos los estilos: senderos, bosques, playas, costas...

  • Don OTRO.- Es cierto es todo un privilegio vivir en esta ciudad, por eso ahora que puedo, paso aquí muchas temporadas, así que amenazo con verle.

  • Don UNO.- Hay amenazas, como usted sabe, que me apetecen muchísimo, no es fácil encontrar un interlocutor como usted. Creo que nos hablamos más allá de las palabras, usted sabe llevar nuestra conversación cuando yo amenazo con salir por les Cerros de Úbeda, a pesar de no haberlo visitado nunca.

  • Don OTRO.- No crea que tengo que hacer ningún esfuerzo para hacer eso que me atribuye, es usted bastante fácil de conducir. Creo que el arte de la conversación , más que hablar y hablar es saber escuchar. Saber escuchar hasta los silencios y eso, en estos tiempos que corren, no es nada fácil. La gente quiere soltarnos su rollo a todo costa, no deja meter baza, y hasta se adelanta a lo queremos decir.

  • Don UNO.- No me hable de eso. ¿Sabe una de las cosas que me produce mucho corte?

  • Don OTRO.- Pues aunque usted dice que yo ‘oigo’ hasta sus silencios, cosa que no deja de halagarme, en este caso no acierto a ver por dónde van sus tiros.

  • Don UNO.- Es que mis silencios son muchos y no todos fáciles de leer, porque no lo sé yo mismo. A veces me pregunto, como decía alguien, porque justo a mí , me tocó ser ‘yo’.

  • Don OTRO.- De acuerdo, don Uno, pero si me permite le recuerdo , que ahora no tocaba hablar de usted, sino de la ‘cosa’ que le da corte.

  • Don UNO.- Es cierto, es que a veces una idea me lleva a otra y me vuelvo a los famosos Cerros antes citados. La situación a la que me refiero es doble, aunque casi es la misma. Como es políticamente correcto, ahora, a la vuelta al trabajo, la primera pregunta que te hace casi todo el mundo es ...

  • Don OTRO.-... “¿Qué tal las vacaciones?”

  • Don UNO.- Exacto. En este caso no ha sido muy sagaz leyéndome mi ‘pensamiento’, porque es ‘la Pregunta’. En esos casos me encuentro en una situación de ésas ‘embarazosas’ que se llaman. Primero porque me resulta difícil soltar una vaguedad del tipo: “Pues muy bien, muy relajadas”. A mi me cuesta hacerla por dos razones.

  • Don OTRO.- A ver, que conociéndole un poco, quizá sepa algo, porque en eso nos parecemos bastante.

  • Don UNO.- Yo digo esa vaguedad, pero hay personas que si les das pie te cuenta todos los sitios que ha visitados, que el viaje le coincidió en Londres cuando lo de la amenaza de atentado, lo impaciente que se sentía porque encima no entendía lo que se decía por los altavoces. Parece ser que los Británicos, que son tan suyos , no tienen la delicadeza de pensar que allí hay un matrimonio que quiere enlazar para Dublín y va a perder el vuelo y no entiende ni papa de inglés... Que además de perder el vuelo pierde a su mujer en el aeropuerto, aunque eso sería lo de menos, porque lo que él quiere es que le digan cuándo podrá subirse al avión que le lleve hasta Irlanda donde reside su queridísima hija , con lo cual la repuesta a la simple pregunta: puede continuar con la historia de su hija desde que terminó el bachillerato hasta nuestros días...

  • Don OTRO.- Aquí sí que voy a intervenir yo, don UNO, porque si no soy yo el que me voy a tragar la historia del viaje: Santander –Madrid; Madrid-Londres; Londres- Dublín y regreso por Bilbao.

  • Don UNO.- Tiene usted razón , a veces criticamos a los demás cometiendo la misma falta de educación , contando nuestra vida a una persona que sólo hacía una pregunta protocolaria y uno acaba contándole su vida. La otra cosa es de la que le hablaba es que ahora, cuando me hacen esa pregunta, si es alguien de confianza, le contesto : “ Bien... ¿O te lo cuento?”

  • Don OTRO.- Es cierto que hay pocas personas que sepan combinar perfectamente la educación y evitar aburrir con nuestras ‘aventuras’ a las demás personas que no han participado de todas esas peripecias.

  • Don UNO.-Así es, como usted muy bien dice. Obligas a los demás , que tienen a lo mejor sus urgencias, a ponerte en su situación. Tratar de imaginar al pobre hombre perdido en la inmensidad de Heatrow , ver cómo se le hace cada vez más inmenso, sin tener nadie que le explique en español lo que está sucediendo. Verle mentalmente a él, más bien bajito, tratando de encontrar a su mujer entre tanto tiarrón y tiarrona... En fin todo un esfuerzo de ‘empatía’, con la prisa que tienes.

  • Don OTRO.- Algo como eso estaba yo esperando, pare decirle que iba al Ayuntamiento a pagar una multa que me pusieron el otro día por mal aparcamiento, y si no me doy prisa , ya saben cómo son algunos funcionarios, me dicen que ya es la hora y el “vuelva usted mañana”.

  • Don UNO.- Voy a prendiendo de usted decir las cosas con el humor suficiente para saber cómo decir “Hasta la próxima”.

  • Don OTRO.- En efecto, es una broma que dada nuestra confianza puedo soltar sabiendo que lo entiende. Hasta la próxima.

  • Don UNO.- Vaya con Dios , que se decía cuando todavía éramos educados. Ahora se dice Ciaooo!!

Comentarios

Enrique Gallud Jardiel ha dicho que…
Lo mejor de todo es cuando la gente te enseña fotos de sus viajes: "Aqu´`i es donde comimos al volver de..." o "Este de aquí es ese aigo que te digo,. el que se dedica a..." "Esta es la sobrina de ese amigo." Etc.

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