Raúl del Pozo

EL ESCRITOR, EL HOMBRE


De nuevo el Náufrago ha vuelto a (pre) ocuparse -quitemos el prefijo que sonará más normal-. Ayer leía su columna “El ruido de la calle» de nuevo, después de varios días de no acudir a su cita con los lectores. Él mismo explicaba, con su peculiar estilo y elegancia «el ruido de la calle»: «Volví a atravesar esa terrible ciudad en la que no oí el gorjeo de ningún jilguero» 

 Tras esa reaparición, hoy, lo primero de lo que se ocupó fue ver la contraportada y sintió una extraña sensación. No quiso ahondar más. Simplemente repasó lo que ayer había dejado como una especie de metáfora y realidad, como buen escritor y hombre entero. El Náufrago recordó sus pobres conocimientos de anatomía. Sintió el recorrido del catéter, el bastón de la aorta, las arterias coronarias que abrazan a aurículas y ventrículos. Pero sobre todo quiso acercarse más al hombre que escribe. Por casualidad, en su búsqueda, oyó su voz y una conversación entre amigos, o para más exactitud entre hombre y mujer amigos.

 Juntó todos estos acercamientos a la tesitura, al periodista y al hombre y entonces sintió más intensidad que seguía el silencio, cuando “el ruido de la calle” suena más fuerte y desagradable "... por esa terrible ciudad donde a veces no se oye el gorjeo de ningún jilguero"

Comentarios

María ha dicho que…
En honor a la verdad JULIO, debo decirte que nunca ha sido santo de mi devoción RAUL DEL POZO, no sabría decirte por qué, reconozco que es un erudito en muchas materias, pero supongo que como ocurre con casi todo lo relacionado con los sentimientos en esta vida, lo de la simpatía o antipatía que alguien te despierta en la lejanía, mucho más que en la cercanía, donde cuentas con muchos más datos que te informan, es un asunto de química visual;-) yo no la tengo con él, me parece un contenido ( de contención) que no me resulta creíble y repito... no sé por qué, como un cura de estos que predica, pero no te crees que él ponga en práctica, lo que dice...


En fin, intentaré mirarlo con más simpatía, la próxima vez, sabiendo que a ti te gusta:-)



Un besito... ¡¡tú sabes qué bochornazo hace aquí hoy!! si es que no hay quien nos entienda, bueno... a mi ¡¡mira que he lloriqueado por la lluvia!! y noo no quiero que vuelva, pero por favor... no podría alguien graduar un poco el termostato :-)



PD
Por cier ¿tú sabes que feliz me hiciste ayer diciendo que te hubiera gustado continuar leyendo? lo más bonito que me ha dicho nadie de las bobadas que escribo, graaacias... mil graaacias.
Douce ha dicho que…
Hola, María

Vamos por partes. Entiendo lo que dices sobre Raúl del Pozo y no tienes por qué cambiar tus sentimientos respecto al periodista, comentarista o escritor. Tampoco es/era santo de mi “devoción” si es que a través de sus escritos, sus posiciones, sus intervenciones se puede valorar a una persona, pero son los datos que tenemos y a partir de ahí nacen nuestros sentimientos, no tenemos más elementos para conocer mejor a la persona. Leo normalmente o la paso por encima su columna, según el tema. Me cansan a veces un poco tanta cita y repaso de sus lecturas. En cuanto a su posición político-social, unas veces me convence más, otras no estoy de acuerdo o simplemente no sé qué quiere decir.

Si ayer y hoy le he dedicado sendas entradas en el blog, es porque hay un aspecto 'nuevo” de él que me ha llamado la atención. Es desde este ángulo desde donde he hecho y hago, mis reflexiones. El “nuevo aspecto” no tiene nada que ver con su posible posición política, su simpatía o frialdad, me guste o me disguste. Lo que ayer me llamó la atención fue cómo contaba en su columna el 'paseo” en UVI móvil” recorriendo las calles de Madrid para ir primero a la Clínica Cemtro luego a la Milagrosa y allí pasar unas horas haciéndole un “cateterismo cardiaco”. Me pongo en su lugar, a su edad, sin ser experto, y supone una revisión seria que a cualquiera le puede producir cierta preocupación. En su “exposición ante el público” tiene la elegancia de servirse de su arte literario para no hablar directamente de sus emociones y preocupaciones, simplemente echa mano de la metáfora: “Me despedí del monstruo y de la deliciosa monjita y volví a atravesar esa terrible ciudad en la que no oí el gorjeo de ningún jilguero”. No hay ahí, ningún lamento, ninguna expresión de la normal preocupación. Simplemente, después de varios días de silencio, vuelve a su ocupación sin 'exponer” sus preocupaciones. Hoy he vuelto a escribir porque no ha acudido a la cita y es algo extraño. Es a esa situación, a ese comportamiento, a lo que he querido adherirme.

- También a aquí ha llegado el calor, no excesivo pero sí ha hecho que la gente se quite arrumacos de encima y vaya a la playa a disfrutar del verano. Eso de “graduar el termostato” no va con nuestros “cambios climáticos”

Y sobre la post-data es que me pareció muy interesante y divertida esa historia de “punkis, eclesiásticos, fiscales, abogados y tacones lejanos...” Si te gustó yo también me alegro. En estos tiempos “calurosos” se agradece mucho el “fresco” amigo

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