"Tiempos de incertidumbre"

REFLEXIONES PARA INSOMNES (Prescindible en caso de aburrimiento)


Disponer de tiempo, permite al Náufrago hincar el diente a veces, a sesudas reflexiones. El artículo que aparecía en el suplemento El Cultural tenía el siguiente título “Tiempos de incertidumbre” (Diagnóstico y propuestas para el rearme moral) ¡Toma!, dijo para sí el Náufrago, ¿A qué les sonará esto a los chicos y chicas del G.H., de ‘Física y Química’, espectadores de la Noria, Sálvame y foros similares?

En el citado artículo vertían sus opiniones: los filósofos Rafael Argullol y Francisco Jarauta, el historiador José Álvarez Junco, el dramaturgo Alonso de Santos y el escritor Vicente Verdú. Como ven no pertenecen a ningún club de fútbol, no moderan ninguno de esos programas de colorines, ni siquiera pertenecen al honorable gremio de los políticos. Con esas credenciales, hablar a estas alturas de ‘Perplejidad y deriva’, ‘Omnipresencia de la basura’, ‘Temor a la verdad’, ‘Falta de educación’ y hasta de ‘Adiós a los creyentes ciegos’. ¡Estos filósofos!

Se detuvo y trató de entender todos los textos, pero escogió el más ‘asimilable’ y más cercano, el del dramaturgo J.L. Alonso de Santos. Los demás pueden leerlos, si les apetece en la dirección de “El Cultural”

  • Adiós a los creyentes ciegos
Las ideologías en nuestro país no sirven para canalizar la razón, sino para destruirla u ocultarla. Y el lenguaje es una máscara. Todo se falsifica, se justifica, y se vende como necesario. “Palabras, palabras, palabras”, que diría Hamlet. Y a partir de que “algo huele a podrido en Dinamarca”, empieza a ir cada uno a la suyo, sin un sentido de nación, sin una meta colectiva ética y colectiva auténtica. Se gobierna con el “divide y vencerás”, y de esas divisiones tenemos ya muy malos precedentes en la historia.

Porque los problemas de la cocina no los pueden arreglar casi nunca los cocineros, sino los dirigentes del hotel. Y con un mal gobierno la cosa tiene mal remedio. No se puede dirigir un país sólo pensando en votos, y con una obsesión ciega como única meta: destruir a la oposición. Y claro está, mantener los “intereses creados”. Los labradores siempre tienen mucho que enseñar: se recoge sólo lo que se siembra. Lo demás son malas hierbas y utopías fantásticas para hipnotizar a los seguidores.

Se empeñan algunos gobernantes en que veamos las cosas como no son. Y, lo peor, es que a veces lo consiguen. ¿Consejo para superar la crisis? Graduarnos la vista del sentido común, y atrevernos a ver la verdad. Dejar de ser creyentes ciegos, o partidarios “pase lo que pase”, de uno u otro lado. La democracia permite -y obliga- a cambiar un gobierno cuando arrastra a un país a una sima. Y hay que tener cuidado con el último virus de la política, las caras que comunican lo contrario de lo que hacen en la imagen televisiva. Después de todo esto hay que tener metas para ilusionarnos y no destruirnos. El mundo y nuestro país no está sino comenzando, así que no hay que ser profetas del final sino trabajadores serenos y conscientes de un nuevo camino, a la altura de nuestras posibilidades.

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