Escribir desde las vísceras

EL ‘MONO’

Ha regresado Carmen. Mi Carmen, que no es la de Mérimée, sino Carmen Rigalt. Bueno, una de las Rigalt, porque la ‘otra’ Carmen, la de Marbella y Mallorca, la de los pijos, la gente bien, las princesas, los ex o las ex, los de la pasta, las pistas, los despistes, los de Guadalmina y familia, no le gusta para nada a un Náufrago que no nada por esas aguas de yates y Champagne.

Ha regresado la Carmen perezosa, la fumadora empedernida, la que no se entiende y dirige su ZOOM hacia sí misma para escudriñarse y deslizarse por la línea de su columna jupiteriana. Es la Carmen que ‘no sabe interpretar la realidad si no es en primera persona del singular'.¿Cómo se puede escribir para que penetre en los demás, si no se escribe ‘desde las vísceras’, desde el cenicero repleto de colillas, desde la pereza? Todo lo demás suena a ‘mayestático y vaporoso’ cual palabra papal.

Escribir desde la pereza del volver a empezar, desde el ‘mono’. Única manera de llenar de verdad una crónica para contar que se puede recorrer, en una noche de septiembre, todas las calles de Oaxaca hasta llegar a un ‘Farmacia’ y sentir ante el mostrador, ‘el bochorno de una adolescente pidiendo la píldora del día después en una farmacia cuya titular está afiliada a 'pro vida’, para pedir una ‘cajetilla de sus cigarrillos preferidos’.

Y es que mientras el lector siente ese ‘ansia’, también se entera de que en las farmacias mexicanas, pudo encontrar los cigarrillos que no le servían en restaurantes y cafés: "Para nosotros, los fumadores de cigarrillos, el tabaco es más importante que el gelocatil, el almax o las compresas con alas”.

Bienvenida, Carmen.
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